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LIBRO UN ANGEL NO DEBERIA MORIR PDF GRATIS

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Autor de la obra

Jorge Zaragoza Gomez

Este autor, JORGE ZARAGOZA GOMEZ, es reconocido dentro de esta rama sobre todo porque tiene más de un libro por los que es reconocido a nivel nacional, pero asimismo fuera de nuestras fronteras.

Es un gran conocedor de la temática, por eso entre los géneros literarios que normalmente acostumbra escribir está/n General.

¿A qué categoría/s pertenece esta obra?

Esta obra puede clasificarse en cantidad de categorías, pero una de las más esencial es:
General

Poco a poco más gente están decidiéndose por leer estos géneros, en los últimos años, el número de personas que adquiere libros que tienen mucha relación con estas categorías ha crecido considerablemente, hasta llegar a convertirse en uno de los géneros con más número de ventas en el mundo, y por eso mismo imaginamos que tienes interés en descargar de forma gratuita el libro.

UN ANGEL NO DEBERIA MORIR ha alcanzado llamar la atención en muchos de estos géneros y se han transformado en un libro referente en alguna de ellas, debido en gran parte a la enorme experiencia de este escritor, como ya conoceréis, es un redactor muy popular en estos géneros.

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Resumen de UN ANGEL NO DEBERIA MORIR

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Más información sobre el libro

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Resumen del libro

El frio la hacia temblar de los pies a la cabeza. Estaba tumbada, desnuda, con las munecas y los tobillos atados por alambres a la cama. Se sentia avergonzada y en un acto reflejo oprimio las rodillas, para ocultar su sexo. ?Como podia ser tan estupida de preocuparse de eso? Debia intentar algo. Agito con fuerza los brazos pero el dolor se torno insoportable. Noto como la sangre calida le resbalaba por sus antebrazos. Era consciente de que estaba indefensa. Grito de nuevo, hasta el punto de que el aire de sus pulmones se agoto. Se puso a llorar. ?Como podia haberse comportado asi esa noche? Si pudiera retroceder en el tiempo, unas horas tan solo, cambiaria tantas cosas. Pero ahora estaba ahi, en esa habitacion. Sola. Debia centrarse. La bombilla que colgaba del cable sobre la cama proporcionaba una luz tenue a la estancia. Tenia los brazos tan en tension que apenas podia levantar la cabeza.

De reojo, miro la pared de enfrente donde un gran crucifijo de madera sujetaba a un Jesucristo de mirada triste. Ni una sola ventana. Olia a humedad, un lugar poco ventilado. "?Por que yo? No quiero morir". Volvio a sumirse en un mar de lagrimas. Debia recomponerse y pensar algo. Era facil imaginar lo que iban a hacer con ella. Tal vez fuera solo por sexo y la habia elegido por su cuerpo. No se oia ningun ruido y sentia pinchazos en los hombros y en los brazos. Y tenia los pies entumecidos. Los alambres estaban tan apretados que apenas circulaba sangre por sus venas. Se concentro y trato de razonar. Parecia la habitacion de una vieja vivienda, aislada. Comenzo a toser y los ojos se le llenaron de lagrimas. Las nauseas le revolvian el estomago, pero no podia vomitar, tan solo unas arcadas.

El sabor amargo de la bilis la hizo escupir. Empezo a respirar ritmicamente, cerro los ojos y busco en su memoria un paisaje sedante. Intento comprender por que estaba ahi. ?No seria todo consecuencia de la noche tan alocada que habia llevado? Era su culpa, si. Sintio la vejiga llena y quiso orinar, pero decidio contenerse. Subitamente, a lo lejos, oyo un portazo. Empezo a gritar con todas sus fuerzas. Grito un largo rato hasta que le dejo de salir la voz, solo una suplica que se quedaba atrapada en su garganta. Como replica, a sus oidos unicamente llegaba el sonido de su propia respiracion entrecortada. "Por favor, no me hagan dano" susurro entre sollozos. Entonces oyo unos pasos tranquilos que se acercaban. Giro los ojos hacia la puerta. Esta se abrio muy lentamente, con un crujido como el de una vieja cripta que llevara siglos cerrada. El reflejo de la luz sobre el filo de una navaja hizo que ya no pudiera evitar orinarse encima. MUERTE EN EL BENACANTIL ALICANTE - OCTUBRE 2009 1 El horror empezo a tomar forma a las nueve de la manana de un domingo a principios de octubre con una llamada de la comisaria.

Ese dia, iba a ser, sin duda alguna, uno de los peores de su vida. Uno que no olvidaria jamas. Llevaba tan solo una semana destinada como inspectora de homicidios en Alicante cuando el telefono sono. En ese instante Clara Sanchez supo de inmediato que se trataba de su primer caso de asesinato. Lo sabia con tanta certeza que por un momento se quedo paralizada. A continuacion salio de forma tan precipitada de la ducha que no se dio cuenta de que mojaba la tarima. Agarro el terminal y lo sostuvo a unos centimetros de su cara, con el brazo extendido. Las gotas resbalaban sobre su piel y un pequeno manto de vaho la envolvia. Un rapido intercambio de palabras a traves del movil fueron suficientes para confirmar su presentimiento. Decidio que debia ir comoda: unas deportivas, vaqueros y camisa blanca. Tras vestirse a toda prisa, torpe, se cepillo el pelo. Bien apretado como de costumbre, cogido en una coleta por una goma y se miro por ultima vez en el espejo. Vio el revolver en la cartuchera pero tambien vio la nina que habia sido. La nina a la que el destino arrebato la infancia de un dia para otro. Cerro los ojos.

"Clara, ahora no". Tras tomar una larga bocanada de aire salio de forma precipitada hacia el garaje. Habia alquilado un apartamento economico en primera linea de playa del barrio de la Albufereta. Condujo a lo largo de la avenida de La Cantera que recorria el litoral, con un mar azul palido que se ensanchaba hasta la silueta del Cabo de Santa Pola. A esa hora el trafico era escaso pero el exceso de velocidad y la mirada puesta en el GPS ya habian provocado que se saliera ligeramente del trazado en un par de ocasiones, asi que tuvo que concentrarse sin desviar la vista de la carretera. Dejo las instalaciones de los ferrocarriles a la izquierda y tomo el desvio hacia la Avenida de Denia. Cuando alcanzo la rotonda el contorno del castillo sobre la montana emergio iluminado por la luz ambarina de la manana. Llevaba la ventanilla bajada e inspiro profundamente. Le agradaba aquel olor penetrante, a salitre y humedad, tan nuevo para ella y tan diferente de su Madrid natal. El semaforo se puso en verde y enfilo una pequena via que serpenteaba ladera arriba por las faldas del monte Benacantil. Se sorprendio por la densidad del pinar que la rodeaba, muy diferente a la tierra arida y ocre que se encontro a su llegada a la ciudad por la autovia A-31. Alzo la mirada por un instante y tras el horizonte de pinos distinguio las formas cuadriculadas de la fortaleza. No conocia con exactitud la ubicacion, de modo que suspiro aliviada cuando distinguio un par de zetas aparcados al lado de la calzada, sobre un pequeno camino de tierra. A su lado, de espaldas a ellos, el inspector Santi Blanes hablaba con dos ciclistas. Mientras estacionaba el vehiculo Clara centro su mirada en el.

Le sorprendia ver como mantenia su porte elegante bajo cualquier circunstancia. Le calculaba unos cincuenta anos largos, bien llevados. Vestia botas marrones de media cana, un pantalon caqui tipo chino y una camisa a cuadros verdes y blancos arremangada que mostraba unos delgados pero musculosos antebrazos. El pelo plateado, largo, ligeramente aplastado y repeinado con la ayuda de algun gel. Fumaba con parsimonia un cigarrillo. Clara tomo aire y se bajo del vehiculo con determinacion. Como si la hubieran olfateado en el aire, los ciclistas, entrados en anos, se giraron y le clavaron sus ojos vidriosos. La inspectora Clara Sanchez no pasaba desapercibida, su cuerpo atletico, estilizado, y su rostro de pomulos bien definidos y una nariz delgada le conferian cierto aire de modelo. Santi se acerco hasta ella. --Sanchez --Blanes lanzo la colilla sobre la agrietada tierra y la retorcio con la punta de su bota. Acto seguido, se agacho, la recogio y la guardo en una bolsa de plastico--. ?Cuanto tiempo llevas como inspectora de homicidios? --Un mes. --Treinta y seis anos en el Cuerpo, de los cuales mas de treinta como inspector de homicidios --Blanes se paso las manos por la cabeza--. Jamas habia visto nada parecido --volvio la cara hacia aquellos hombres, que sostenian los cascos de bicicleta--. Esperen, no se vayan todavia.

Le hizo un gesto con la mano para indicarle que le siguiera. Clara sintio la mirada de los ciclistas sobre ella al alejarse. A pocos metros habia un terraplen que bajaba hacia una tierra moteada de matorrales y pinos. La caida no tendria mas de dos metros de altura, pero desde donde habia dejado el coche quedada oculta. La zona estaba siendo delimitada por los agentes. Un perimetro de seguridad para que nadie pudiera interferir en la escena del crimen. --Hay que ponerse esto --el inspector le dio un par de bolsas--. Los de la cientifica no tardaran en llegar. Se pusieron los guantes quirurgicos y las calzas de plastico en los zapatos. Santi Blanes levanto el trozo de cinta con las letras rojas 'POLICIA - NO PASAR' que los agentes habian fijado entre un par de pinos. Clara se agacho y al cruzar aquella linea fragil sintio que habia franqueado la frontera de un nuevo mundo como inspectora de policia. Un mundo desconocido hasta la fecha, pero repleto de posibilidades. Llevaba andados unos pocos pasos cuando la vio. Estaba desnuda. De lado, en posicion fetal, las manos sobre el vientre, las piernas ligeramente entreabiertas.

Le parecio una postura angelical. El cabello rubio, como si hubiera ido a la peluqueria esa misma manana. Las marcas de estrangulamiento en el cuello no habian alterado unas facciones dulces. Sin rastro de maquillaje, era una chica preciosa. Le calculo entre veinticinco y treinta anos. Le debian haber atado por las munecas y los tobillos, posiblemente con algo cortante por las heridas y la sangre seca sobre la que de vez en cuando se posaba un moscardon. Ademas, le habian seccionado los pezones, areola incluida. El inspector Santi Blanes senalo hacia la entrepierna. --Tambien le han cortado el clitoris. Un instrumento metalico muy afilado: cuchillo, cuter, bisturi, navaja. Vete a saber --susurro casi para si--. Le he pedido a los agentes que rastreen bien los alrededores a ver si encuentran algo. Clara Sanchez permanecia en silencio y lo anotaba todo en su libreta. Una nube cubrio el sol y una ligera brisa le acaricio el rostro. No se escuchaba nada, tan solo el desagradable zumbido de los insectos y un calor pegajoso que todo lo impregnaba.

Vio como un moscardon se posaba sobre la sangre seca en uno de los pechos de la joven. Todo el impetu con el que habia llegado se desvanecia con la facilidad con la que un cuchillo atravesaba la mantequilla. Consiguio mantenerse serena y se acerco, situandose a los pies de la chica, antes de hablar. --?Has visto las manos? Santi Blanes bajo la mirada e hizo una mueca de desagrado. --Si, ese maldito hijo de puta se ha entretenido en colocarlas como si fuera una muneca. --?Ese hijo de puta? No sabemos nada todavia, hombre o mujer, uno o varios --Clara le dirigio una mirada inquisidora--. No debe llegar a sesenta kilos, cualquiera podria haberla matado y arrastrado hasta aqui. Sus anos de trabajo como psicologa hicieron que su mente se pusiera en modo analitico. Al menos habia algo esperanzador en la forma del crimen. Parecia un perfil de psicopata bastante reconocible. Decidio vaciar su mente de todo lo que no fuese aquella chica o aquel lugar. Intentaba adivinar y seguir los pasos del asesino. Se habia arrodillado y escrutaba con detenimiento el cuerpo. Se fijo como cada dedo estaba perfectamente entrelazado con el otro. Las unas a simple vista parecian inmaculadas, extremadamente limpias, como si le acabaran de hacer la manicura.

Penso en el caracter fetichista del asesino, y lo curioso de por un lado trocear partes de su cuerpo y por otro lado tomarse la molestia de asearla. Por lo demas no llevaba ninguna joya ni objeto personal. Le parecio ver restos secos de gotas sobre el vientre y el pecho. --?Has visto eso? --Clara senalo esa zona del cuerpo. --?Restos de semen? --Blanes la miro con fijeza. --Podria ser. A ver que dice el forense. --?Quien se excita con un cadaver? --?Como sabes si se trata del asesino? No hay ninguna certeza al respecto, ni tan siquiera que sea semen --Clara continuaba la conversacion sin levantar la cabeza, lanzaba preguntas como balas una ametralladora--. ?Cuanto tiempo crees que lleva muerta? Santi Blanes observo el cadaver con detenimiento. --No presenta rasgos de rigor mortis, asi que supongo que poco--se mordio el labio inferior --. Esta madrugada, diria que no mas de cuatro horas. Unos ruidos que provenian de arriba del terraplen hicieron que Clara Sanchez levantara la cabeza. Vio como se acercaba una pareja. Ella de mediana edad, entrada en carnes y con unos grandes rizos que le caian sobre los hombros, llevaba colgada del cuello una reflex con un gran angular y una mochila para material fotografico. El, fino como el alambre y pelo negro grasiento, llevaba consigo un maletin de plastico negro.

Una pareja curiosa. --Dejemos que hagan su trabajo --Blanes se dirigio hacia ellos. Los inspectores se alejaron del perimetro mientras se quitaban los guantes. Clara no paraba de forcejear con uno de ellos, que se habia enganchado en el dedo menique, hasta que su companero se lo quito. --Santi, cuanto tiempo --sonrio la mujer cuando llegaron a su lado. --Victoria, preferiria encontrarte en otras circunstancias --el inspector fruncio el labio. --?Que tenemos? .

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