LIBRO TRES ANOS ANTES PDF GRATIS

Se la veia muy nerviosa, ajetreada, taconeando junto a su maleta tamano cabina. Acababa de bajar del avion hacia poco mas de quince minutos y, recorria la terminal T-1 del Aeropuerto de Barcelona-El Prat con el movil sujeto en la mano. De vez en cuando se detenia y miraba a su alrededor, le habia dicho que siguiera la linea amarilla pintada en el suelo, y que se orientara buscando el panel luminoso que veria indicando rotulado en dos idiomas, salida-sortida. Penso entonces en el tiempo, en aquella hora y unos cuantos minutos. Eso es lo que habia durado su viaje. Ese es el tiempo que la tuvo separada de su destino, que la mantuvo en el aire. Y ahora, ya por fin en tierra, cada vez estaba mas cerca de saborear por fin el encuentro deseado. A pesar del hecho de vivir cerca del aeropuerto de partida, habia llegado a la terminal con dos horas y media de adelanto. Ya no sabia que hacer en casa. Toda la noche la habia pasado subiendo y bajando escaleras, buscando quehaceres, cosas que la entretuvieran. Intento dormirse en varias ocasiones, pero era tumbarse en la cama y una necesidad apremiante le hacia levantarse, notaba como que le faltaba el aire. Puso en marcha el televisor pero no le satisfacia lo que veia. Saco la tabla de planchar y se deshizo de cuatro camisas que tenia desde hacia algunos dias en aquella estanteria de los asuntos pendientes. Aprovecho y tambien dio cuenta de la manteleria que uso en la cena de la noche de Navidad. Le parecia que el tiempo estuviera detenido, que las manecillas de aquel maldito reloj de cocina solo avanzaran desordenadamente, asi que de vez en cuando miraba el telefono movil y constataba dos cosas; la primera es que el reloj de cocina funcionaba a la perfeccion y la segunda que el ultimo WhatsApp que habia enviado aun no aparecia como leido.

Su mente trajinaba de un lugar a otro buscando los momentos, los instantes en los que habian coincidido. Intentaba recordar una a una cada palabra dicha y todas las escuchadas. Ponia las tildes y las comas en cada frase que recordaba, en cada una de las expresiones susurradas que habia oido manteniendo los ojos cerrados mientras mordia sus labios. Cuanto placer le transmitian todos aquellos recuerdos. Solo queria que el tiempo transcurriera lo mas rapido posible y que llegara la hora de tomar aquel vuelo. Se quedo dormida en el sofa del salon. Hora y media despues se despertaba de golpe y con el corazon todavia acelerado por el miedo a dormirse otra vez. Tomo la decision de darse un bano y prepararse para ir al aeropuerto. La noche anterior, como hacia siempre ya por costumbre, se preparo la ropa que intuia llevaria puesta ese miercoles a su llegada a Barcelona. Las predicciones decian que seria un dia un tanto frio pero tampoco era nada extraordinario, febrero tenia por norma cumplirlas. Se acordo de aquel dicho que oia a su madre muchas veces repetirle y que este ano no fue la excepcion, abrigate nina por febrero con dos capas y un sombrero. Eligio un vestido rojo estampado que colgaba de su armario junto a aquel otro de un sutil tono buganvilla y al que tanto carino tenia. Cada vez que abria su ropero y lo veia, no podia abstenerse de tocarlo, de acariciarlo e incluso de olerlo. A pesar del tiempo seguia teniendo un olor a citrico, un olor que no podia quitarse de la memoria, un olor que su cerebro retenia. De repente un sinfin de sensaciones inundaban su mente.

Hacia tiempo que no se detenia frente al armario y cerraba los ojos dejandose llevar. Esta vez se sujeto con ambas manos a las puertas mientras apretaba con fuerza. Cerro los ojos y separo ligeramente las piernas. Pasaron apenas tres minutos pero noto un cosquilleo, un torrente de emociones y rozo la zona de confort servida con placer en su cerebro. Abrio los ojos y se miro en el espejo. Su mirada reflejaba el nivel de excitacion y sus mejillas sonrosadas la delataban. Acababa de tener una sensacion parecida a un orgasmo y el corazon le latia acelerado. Sobre el butacon de su habitacion reposaban todos los complementos que habia comprado unos dias antes, aunque siempre le parecian pocos. Aprovecho haber ido al departamento de viajes del centro comercial que solia visitar con regularidad y, despues de recoger el billete de ida se acerco a la seccion de lenceria. Opto por un conjunto de encaje muy sexy de la firma Simone Perele. Ella tenia clarisimo sus gustos y siempre decia que se tenia que vestir tan bien por fuera como por dentro. Tambien conocia los gustos de su amado, pero esta vez queria sorprenderle aun mas y puede que tal vez lograra conseguirlo. -- 2 -- La teoria de los seis grados. Como pasa el tiempo, penso. Habian pasado ya tres largos anos.

Llevaba la cuenta matematicamente, mil ciento sesenta dias la separaban de aquella primera vez que volo a la Ciudad Condal a mediados de aquel mes de diciembre. Penso que los dias superaban incluso la distancia en kilometros que les separaba al uno del otro. Sonrio para si con un ligero aire sexy, entre coqueta y maliciosa, pues recordaba aquel viaje y todo lo que acontecio. Cuatro dias que cambiaron todo lo que hasta entonces tenia preestablecido, aquellos cuatro intensos dias en los que pudo saborear el tiempo minuto a minuto, poco a poco, como el queria. Comenzo a acordarse de que manera habia sucedido todo cuando ya estaba sentada en la sala del aeropuerto, delante de uno de aquellos paneles que le senalaria la puerta de embarque. Recordo los anos que vivio en Barcelona por aquel trabajo que la habia obligado a residir alli. Penso que si no hubiera sido por eso, seguro que jamas le hubiera conocido a pesar de la famosa teoria de los seis grados de separacion, pag.159 de la que dicen que ahora ya solo se necesitan cinco. Revivio una vez mas, como ya habia hecho en muchas otras ocasiones, lo que el le conto. Me conto que aquella manana, como tantas otras, subio al autobus que nos llevaba a trabajar y que me vio alli sentada. Por las fechas en las que hablamos, entonces yo debia llevar un par de semanas en la ciudad y el descontrol de mi nueva vivienda y la dificultad con el idioma, me llevaba de cabeza aunque yo ya habia empezado a practicar cuando supe que tendria que pasar un tiempo aqui. Siempre me sentaba en el mismo lado junto a la ventanilla, es una cosa que suelo hacer cuando viajo, tambien cuando duermo en una cama me gusta el lado de la ventana. Me conto que se fijo en mi y que ansiaba conocer mi nombre. Tambien me dijo que se paso dias sin poder ni siquiera saber el color de mis ojos, el de mis labios si, que unas veces iban maquillados de un rojo intenso y otras con un sutil tono rosado segun la reunion que tuviera prevista. No podia saber como era mi timbre de voz, mi altura, mi... siempre iba con la vista pegada al movil escudrinando paginas con el dedo pulgar.

Era mi oficina particular, mi rato libre para conectar con mi gente, para leer los comentarios de mis amigas a las que echaba de menos. Era mi momento de no querer saber nada de nadie que no fueran los que aparecian en aquella pantalla. Hasta aquel dia. Me relato algo asi: Hoy, mi sitio habitual estaba ocupado por una pareja adormilada, asi que me he sentado algo mas adelante en el sentido contrario a la marcha y solo una hilera de asientos nos separaba. Hoy, he podido mirarte mejor, escondida bajo una hermosa mata de cabellos rizados con un ligero toque color caoba. Y de repente alguien ha subido al autobus, ha pasado por mi lado, se ha parado a tu altura y he oido como preguntaba... --?Raquel? Y ahi fue cuando supo como me llamaba. Raquel sorprendida levanto la cabeza y el cabello alborotado dejo paso a unos preciosos ojos oscuros y brillantes, quiza un tanto rasgados, y una expresiva sonrisa inundo su rostro al ver a la persona conocida. El ?Como tu por aqui? Ahora vivo aqui. !Pero si te llame muchas veces! Cambie de movil. Ambas cogidas de las manos. Dame tu numero... le dijo la amiga, a mi no me hizo falta papel, quedo grabado en mi memoria casi automaticamente. De repente sabia su nombre, sabia su numero de telefono, conocia su olor a vainilla o canela de los dias que me sentaba tras ella, habia visto sus bonitos ojos, su cautivadora sonrisa y ese acento al hablar... un acento que me resultaba familiar pero no seria capaz de decir exactamente de donde. Ahora solo me faltaba componerla en tres dimensiones, su altura, su porte, su manera de andar... Pero cada dia yo me bajaba del autobus siempre antes que ella. Siempre, hasta el dia que decidi llegar tarde al trabajo y bajarme alli donde ella lo hiciera. Aquel dia llevaba un vestido que no le llegaba a las rodillas.

Las piernas enfundadas en unas medias de un tono azul que no sabria determinar y que combinaban con el estampado del vestido que lucia, de un tono azulado oscuro con dibujos granates que hacian juego con el esmalte de sus unas. Estaba claro que dedicaba parte de su tiempo por las mananas a armonizar, perfumar y maquillar aquel cuerpo femenino que transitaba adornado por unas amplias caderas que cubria con su abrigo justo antes de bajarse. Ahora ya habia cuadrado todo el circulo, sus aproximados 165 centimetros de altura, si no mas, hacian que sus bonitos zapatos de tacon cobraran todo el protagonismo a esas horas de la manana. Aquel dia al bajarse giro un segundo la cabeza y hubo tiempo para cruzarnos fugazmente las miradas, una suave mueca de sonrisa se dibujo en su rostro y yo naturalmente me quede inmovil viendo como se cerraba la puerta, como se alejaba taconeando y como, claro esta, al pasarme de parada llegaba tarde a trabajar. A partir de aquella manana cuando me subia al autobus me encontraba siempre con su mirada y con una sonrisa complice que duraba apenas unas decimas de segundo. Bon dia, le dije un jueves de finales de otono. Buenos dias me contesto y esta vez la mirada duro al menos dos segundos que a mi me parecieron mil. Dos semanas despues de aquello un dia me sente a su lado. Esta todo ocupado, le dije. Ella miro a un lado y a otro de aquel monumental autobus articulado. Despues me miro a los ojos y sonrio coqueta, el vehiculo naturalmente iba casi vacio. No dijimos nada hasta que llego mi parada y me baje despidiendome con un, hasta luego. Dos dias despues, al subirme al autobus, me percate que habia una persona sentada a su lado y lamente el hecho. Tome asiento algo mas alla despues de decirle... Hola Raquel, con la mirada y ella casi al instante le pidio salir a la persona que tenia al lado y vino a sentarse junto a mi. Yo le cedi el asiento junto a la ventanilla.

Bon dia. Buenos dias me contesto y tendiendole mi mano le dije... .