LIBRO SOTA DE PICAS (VEGAS CLANDESTINA 2) PDF GRATIS

SON tres los tipos de apostadores que gastan mucho en mi mesa de ruleta. Esta el tipo que esta realmente concentrado. Es reservado, su lenguaje corporal es reservado. Se sienta encorvando los hombros y apenas me mira a los ojos. Juego a los impares y suele tener un sistema al que se cine con religiosidad. Como por ejemplo, siempre le juega al rojo y dobla la apuesta cuando pierde. Y esta el apostador arriesgado. Se maneja por la emocion, las drogas o el alcohol. Es lo opuesto al primer tipo. No tiene un sistema; es azaroso por completo. Podria preguntarle a la mujer que tiene al lado su numero favorito y apostarle. Luego esta el apostador que sigue su corazonada, mi favorito personal. Lleva consigo una electricidad que suele arrastrar a toda la mesa. Es el tipo que descubrio la magia. La dama de la fortuna, el vudu, las estrellas alineadas, quien sabe lo que es, pero tienen una energia que sigue.

Sigue el fluir, a su intuicion y apuesta al correcto cada vez. Suelen parecerse a los apostadores arriesgados: son extrovertidos, sociables. Se comunican con la gente a su alrededor, lo que me incluye a mi, su crupier. La ballena, como se llama en las Vegas a los que gastan cantidades importantes, que esta en mi mesa esta noche no es un arriesgado, ni alguien que sigue una corazonada, aunque tiene la personalidad y el estilo de ambos. Es hermoso y viste un traje exquisito hecho a medida y tiene estilo europeo, como si hubiera salido de las paginas de una revista italiana para hombres. Coquetea de forma desvergonzada conmigo e inicia conversaciones con la gente que lo rodea. Recojo y apilo las fichas y reparto los premios con una sutileza ensayada al dividirlos y apilarlos con una mano y moverlos a la velocidad de un rayo. --Ahi esta, belleza y talento. Es cursi, pero le dedico una sonrisa rapida. Me gusta tenerlo en mi mesa, amo su calidez y su estilo, las grandes propinas, pero aun asi mi sexto sentido intenta decirme algo. Hay algo que no esta bien acerca de el. Lleva gastados unos dos mil hasta ahora. Desliza sus fichas sobre la mesa a ultimo momento, justo cuando muevo la mano y anuncio que no hay mas apuestas. Tambien las apila de forma descuidada. No estoy segura de si las quiere en la tercera fila del doce o impar.

--?Cual, senor? --Me inclino para que me preste atencion mientras gira la ruleta. Ha estado tomando bastante, pero no parece estar ebrio. Sus ojos se van hacia mi escote, el que todavia logro tener a pesar del uniforme masculino, y luego a mi rostro antes de dedicarme una sonrisa lenta y de buen caracter. --Impar, por favor. Perdon por eso. --No las vuelque, --advierto, y muevo las fichas mientras la bola se acomoda. Gana. Me desliza doscientos dolares en fichas sobre la mesa como propina. Cuando me acerco sus fichas, veo que coloco una ficha de diez dolares en el medio en vez de cien. Levanto la vista y veo que me esta mirando. Me guina el ojo. Pendejo. Le hago senas sutiles al de seguridad para que se acerque. No es la primera vez que un cliente me propone hacer trampa. Sucede bastante seguido.

Me confunde un poco el hecho de que este dispuesto a pagarme doscientos para ganar noventa. Pero supongo que es una prueba. Una vez que descubra que le doy algo, lo intentara una y otra vez. Vincent, el gerente de seguridad del piso esta noche se acerca sin prisa y se para cerca de mi mientras baja la cabeza para escuchar. --Este tipo esta dejando las fichas desacomodadas a proposito e intenta meter fichas de menor valor en su pila. Luego me daria cuenta de que Vincent parecia algo muy satisfecho conmigo, pero no lo registre. Solo ignoro el aleteo en mi barriga mientras camina alrededor de la mesa para acompanar al tipo hacia afuera. No lo lamento. Hice lo correcto, por supuesto. Solo me decepciona porque el tipo era atractivo y algo fascinante para mi. Hasta fantasee, solo por un momento, con que me invitaria a salir. Pero como sea. No arriesgare mi trabajo, ni siquiera por un hombre sensual en un traje elegante. Trabajar en el Bellissimo es como tener trabajo, educacion y sociabilizacion todo en un gran paquete glamoroso. El dueno es el notable Nico Tacone de la familia criminal Tacone de Chicago y dirige este lugar con mano de hierro.

No joderia con el. Incluso si esta enamorado de mi prima. Termino mi turno y me dirijo al vestuario de empleados. Cuando paso la entrada hacia las oficinas de seguridad, me detengo de repente. Vincent esta parado en una pose relajada y charla con ningun otro que el traje sensual de mi mesa. --Corey, --me sonrie y me llama hacia ellos--. Ven aqui, quiero presentarte a alguien. Ay, Jesus. Era un cliente secreto. O lo que sea que llamen a una prueba de seguridad. No se por que me enoja, pero lo hace. Mi estomago se tensa en un nudo mientras camino hacia alli. --Corey, este es Stefano Tacone, nuestro nuevo Jefe de seguridad. Levanto la mano para abofetear el rostro de Stefano. No se por que lo hago.

Si, tengo el temperamento de una colorada y creci en una familia violenta. Igual deberia ser mas inteligente. El toma mi muneca y la usa para llevarme contra el. --No lo haria. Su advertencia es menos un grunido que un ruido sordo y bajo. Como si hablara sucio conmigo justo aqui en la entrada. Mi cuerpo responde de inmediato, mi centro se derrite. Por supuesto, mis malditas mejillas tambien se calientan. Y creanme, en una colorada, se nota cuando me sonrojo. --Nadie le pega a un Tacone sin arrepentirse. Es una amenaza, pero dicha con buen caracter, con el mismo encanto que frena el corazon que uso en el piso cuando intento que hiciera trampa para el. Mierda. ?En serio le acabo de levantar la mano a un jefe de la mafia? Un escalofrio me recorre la espalda. Estoy segura de que perdere mi trabajo. Pero Stefano no parece enojado.

Luce como si quisiera comerme para el almuerzo. Creo que mi mejor apuesta es hacerme cargo de mi error. --Perdoneme. STEFANO. LA BELLEZA que esta en mis brazos (bueno, no en mis brazos, sino mas bien a mi merced) me dirige la mirada con coraje. No veo miedo ni rebeldia en sus brillantes ojos azules, solo una curiosidad pura, casi como un indicio de fascinacion. Lo mismo digo, bella. Elegi su mesa por alguna razon y no fue porque alguien sospechara que hiciera trampa. Es lo opuesto de hecho. El gerente del piso dice que siempre atrae a un grupo de caballeros y gana grandes propinas. Es rapida y llamativa y muestra el balance perfecto entre una profesional tranquila y una invitacion calida en cualquier juego en el que reparte. La puse a prueba porque necesitamos una crupier para unos juegos privados arriba. Pero ahora quiero jugar a todo tipo de juegos privados con ella y ninguno incluye un mazo de cartas o una ruleta. --No me gusta que me humillen, --me dice. Por un momento creo que esta diciendo en voz alta lo que pienso y luego me doy cuenta de que es su justificacion por intentar abofetearme.

Gira su muneca en mi mano en un intento por liberarse. No lo permito y llevo su pequena mano a mi boca para rozar mis labios contra sus nudillos. --Lo recordare, --murmuro. Ella se queda inmovil; su garganta intenta tragar. Esta tan cerca que siento el calor de su cuerpo delgado, noto el pequeno temblor de sus dedos, a pesar de su mirada constante. Ahi esta el rubor otra vez, que la delata. Quiero seguir sosteniendola fuerte contra mi cuerpo, mirar esos ojos azules electricos dilatarse cada vez que hablo, pero si lo hago terminare empujandola contra la pared y aprovechandome de las tetas que usa como armas. Ninguna de las otras crupieres luce como esta. El uniforme nuevo es una camisa Oxford blanca, un chaleco carmin, una corbata de lazo, por el amor de Dios. Pero Corey logra hacer que ese atuendo sea pecaminoso. La falda negra corta le abraza cada curva de su trasero, caderas y cintura, y sale hacia un par de piernas largas y esbeltas. Tiene la blusa desabotonada y abierta hacia el chaleco, la corbata de lazo esta gastada en la parte interior como el cuello de un amante. Como me gustaria ponerle un collar y una correa a esta hermosa criatura y hacerla obedecerme; llevaria algo de entrenamiento tambien. El golpe de gracia del atuendo es su chaleco. Eligio uno dos talles mas pequeno, lo que la hace parecer mas voluptuosa o encorsetada, se asegura bajo sus senos y los empuja hacia adentro y arriba hasta que ruegan derramarse de su blusa.

No puedo saber con el chaleco si sus pezones estan duros, pero al juzgar por sus labios separados y su respiracion entrecortada, creeria que lo estan. Se que me puse duro solo por ser brusco con ella. Es probable que esa sea una buena razon para liberarla. Me obligo a tener un poco de autocontrol y la libero. --Ven a mi oficina, hablemos un poco. --Muevo mi brazo para indicarle mi nueva oficina. De nuevo pone la cabeza en alto, arroja sus ondas largas y gruesas por sobre su hombro mientras se adelanta hacia la puerta cerrada. Espera a que la abra, presuntamente porque es mi oficina, pero me da una gran satisfaccion estirar el brazo por encima de ella para abrirla, como si estuvieramos en algun tipo de cita elegante en vez de una entrevista. --Toma asiento, Corey. Me mira de forma precavida mientras se sienta en la silla que esta en frente a mi escritorio. --?Nico te hizo perseguirme? .