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LIBRO LAS HIJAS DEL ONIX PDF GRATIS

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Autor de la obra

Maria Benitez

Este autor, MARIA BENITEZ , es reconocido dentro de esta rama sobre todo porque tiene más de un libro por los que es reconocido a nivel nacional, pero asimismo fuera de nuestras fronteras.

Es un gran conocedor de la temática, por eso entre los géneros literarios que normalmente acostumbra escribir está/n 2019 FANTASIA JUVENIL .

¿A qué categoría/s pertenece esta obra?

Esta obra puede clasificarse en cantidad de categorías, pero una de las más esencial es:
2019 FANTASIA JUVENIL

Poco a poco más gente están decidiéndose por leer estos géneros, en los últimos años, el número de personas que adquiere libros que tienen mucha relación con estas categorías ha crecido considerablemente, hasta llegar a convertirse en uno de los géneros con más número de ventas en el mundo, y por eso mismo imaginamos que tienes interés en descargar de forma gratuita el libro.

LAS HIJAS DEL ONIX ha alcanzado llamar la atención en muchos de estos géneros y se han transformado en un libro referente en alguna de ellas, debido en gran parte a la enorme experiencia de este escritor, como ya conoceréis, es un redactor muy popular en estos géneros.

¿Qué precio tiene LAS HIJAS DEL ONIX?

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Como has podido ver, el costo es irrisorio para el genial contenido que posee este ejemplar.

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Nota de los lectores

Este libro posee una puntuación puesta por personas entendidas, la nota de este libro es: 7,5/10.

Todo el mundo que han puesto nota esta obra son profesionales de este género y han leído LAS HIJAS DEL ONIX online antes de dar su opinión, de esta manera, estamos 100 % seguros de que esta valoración es la idónea y por esta razón se la ofrecemos.

Resumen de LAS HIJAS DEL ONIX

Ahora te ofrecemos un interesante fragmento para que puedas conocer más sobre el libro antes de adquirir LAS HIJAS DEL ONIX

Edad Media. Una adolescente natal de una aldea francesa es acusada de herejia ante la Inquisicion. Sophie, incredula, pide ayuda a su abuela, que le confirma solemnemente las sospechas de la acusacion. Se ve obligada a huir, con una serie de objetos que le permitiran descubrir su verdadera naturaleza. Termina en la capital, donde es obligada a vivir como novicia en un monasterio, guardando bajo el habito un innombrable secreto.
Durante su viaje conocera a personajes insolitos, asi como el amor, el dolor. Todo ello en busca de la verdad sobre quien es Sophie Botreau y cual es su destino.

Más información sobre el libro

Puedes encontrar más para descargar maria benitez tiburcio

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En este momento, vamos a ofrecerte datos interesantes sobre el libro que es posible que quieras ver antes de empezar a leer este libro, como por servirnos de un ejemplo puede ser, el número de páginas, el año de edición, dónde descargar LAS HIJAS DEL ONIX, dónde leer en línea LAS HIJAS DEL ONIX, y considerablemente más datos.

Resumen del libro

12 de mayo de 1532 --?Estas lista? --le pregunto Anne mientras terminaba de anudar un hatillo con agua y frutas. --Solo me falta una --contesto Sophie apagando la ultima vela. Por fin se acercaba el verano, y las noches en Montarnau comenzaban a apaciguar el latente calor que anunciaba la nueva estacion. Era una noche de luna llena. La primera en tres meses en que la abuela Anne habia vuelto a inaugurar las llamadas noches de verano. Montarnau era un pueblo un tanto retrogrado en cuanto a sus costumbres, y todo lo que se salia de lo normal era comentado, criticado y manipulado por todos los vecinos. Por ello la abuela Anne, cuidaba bien de esconderse cada vez que querian pasear de noche por el bosque, comenzando por la luz. Se aseguraba de que las velas de su casa se apagaran a la misma hora que de costumbre. Sin embargo, aquella noche Sophie y su abuela esperaron a oscuras un rato mas antes de salir de la casa. --?Por que no podemos simplemente salir y ya esta, abuela? ?Es que a la gente nunca hace excursiones de noche? --pregunto Sophie curiosa, retirando la cortina de la diminuta ventana, que enfrentaba la casa del senor Gillon. La casa del vecino estaba construida de piedra. Los pequenos bloques se amontonaban irregularmente, dejando crecer entre ellos alguna que otra flor, y formando musgo en su parte mas baja. Normalmente, las casitas de Montarnau solian ser de madera, pero la gente mas pudiente que vivia en las afueras preferia construirla de piedra, por temor a los animales y bandidos del bosque. Era muy similar a la de Anne, pero esta en cuestion era un poco mas pequena, aunque compensaba con la cuadra de madera que se le anexaba, donde guardaba un precioso pura sangre. Aquel caballo era el mas amado tesoro del grunon, senor Guillon.

A veces Guillon, el hombre mas hurano que Sophie habia conocido, se pasaba horas al dia cepillando su equino y herrandolo para exponerlo por la plaza del pueblo durante unos minutos como un trofeo de competicion, y acto seguido lo volvia a encerrar. El vecino de Sophie no tenia una gran fortuna, sin embargo, todo lo que ganaba como panadero, ademas de una pequena suma de dinero que heredo, lo ahorraba para reformar su casa con sucesivas ampliaciones. Era un hombre tan ostentoso como tacano. A veces, Sophie y su abuela bromeaban sobre que algun dia, la casa del senor Guillon se convertiria en el ayuntamiento de Montarnau. Por su puesto a el no le hacia ni pizca de gracia. --Ven aqui Sophie, sientate conmigo-- Ordeno con dulzura su abuela mientras senalaba un taburete. Sophie obedecio complaciente, y esta comenzo a desenredarle el pelo con el cepillo. --Pronto te haras mayor querida, y comprenderas que hay cosas que a la gente se le escapa a la razon. Nunca dejes de hacer lo que realmente quieres, pero tambien debes respetar las costumbres, o la sociedad se volvera contra ti. --?Y que si me quedo sola? Con Marlene me basta, no necesito a nadie mas. Marlene era su mejor amiga, y a pesar de que vivia en la zona opuesta del pueblo, eran inseparables. Podia confiar plenamente en ella porque la consideraba como su hermana mayor. Lo hacian todo juntas... incluso las escapadas durante las noches de verano. --Desde luego, no hay duda de que eres igual de testaruda que tu madre -- dijo Anne comenzando a hacerle una trenza. Sophie tenia dieciseis anos.

Dentro de un mes cumpliria los diecisiete, y deseaba fervientemente que llegara esa fecha, puesto que su abuela le habia prometido un regalo muy especial. Su melena era de un castano oscuro, de cabello grueso, y era de una belleza inmesurable. Tenia la nariz no muy fina, sin embargo, no eran rasgos bastos, sino perfilados, como sus carnosos y rosados labios. De repente, alguien toco dos veces a la puerta. Se hizo el silencio. Anne comenzo a palpar la mesa donde habia dejado el hatillo, le susurro a Sophie que estuviera en silencio, y acto seguido, hizo un gesto para que la siguiera. Cuando abrieron la puerta de la casa, habia dos figuras encapuchadas bajo unas prendas oscuras. --?Todo bien? --pregunto la figura mas alta. --Vamos Caty --susurro la abuela Anne con sorna. Caty era la madre de Marlene. Juntas solian adentrarse en el bosque, llegada la noche, para sentarse, hablar, reir, y disfrutar de la naturaleza. Contaban historias, leyendas, entonaban canciones y mantenian a las ninas ocupadas en sus fantasias, mientras las adultas hablaban de asuntos triviales. --?Sabes lo que hizo Marlene la otra manana? --comenzo diciendo Caty --. Se acababa de despertar, y aun no habia salido el sol. Fue con los ojos aun pegados de leganas hasta la cocina y vio el huevo en la mesa.

Ella sabe que los huevos para comer no se colocan nunca sobre la mesa, sin embargo, lo cogio, y lo rompio para batirlo. !Que desastre formo en un momento! Se podia decir que, a parte del respetado gobernador de Montarnau, Caty y la abuela Anne, eran las dos unicas personas que sabian leer y escribir. Por ello, guardaban con gran recelo su arte de la escritura. El marido de Caty, trabajaba como pescador fuera de Montarnau durante semanas. Cuando regresaba solia traerles tinta de calamar en una gran tinaja, que luego ambas mujeres repartian en huevos de gallina vacios. ?Quien sospecharia de un huevo de tinta? A la hora de escribir lo unico que tenian que hacer era volver a romper con cuidado el orificio superior e ir mojando el pincel en el huevo. Anne no cabia en su asombro y tuvo que controlarse para no alzar el tono con su desmesurada risa. --Pues imaginate. La cocina y la nina, negra en un segundo. Obviamente ella no me lo pudo ocultar, aunque antes lo habia intentado limpiar, aunque sin exito porque lo unico que consiguio fue extender aun mas la tinta por toda la casa. Hasta tal punto que he tenido que tapizar de nuevo una silla, con un viejo vestido de Marlene. Desde luego, estas ninas sabran guardar bien los secretos, pero son mas despistadas que ninguna --se quejaba Caty, mientras hervia un poco de agua para hacer un te de hinojo. --No te preocupes Caty, manana por la manana te envio a Sophie con algunos huevos. Hace tiempo que no escribo, parece que la vista comienza a fallarme, y me canso enseguida. --Gracias Anne, tengo ganas de acabar mi muestreo sobre hierbas.

?Sabias que el hinojo tambien es bueno para no caer enfermo de neumonia? --le espeto Caty mientras le tendia un ramillete. Anne sonrio y asintio un poco triste, mientras miraba a Sophie jugar con Marlene. Se sentia un poco culpable de estar privando a su nieta de tanta sabiduria. Pero estaba convencida de que ello podria salvar a Sophie de cualquier contratiempo, y siempre podria contar con su propia sabiduria para ayudarla. Pero, ante todo, queria asegurarse de que Sophie, no corriera la misma suerte que su madre, y encontrara una vida normal, sin miedo a huir, ni ser senalada como... una bruja. Tanto Caty como Anne habian educado a las ninas como cristianas, porque compartian el mismo sentimiento de culpa. Caty y la madre de Sophie, habian crecido en Montarnau juntas. Tal y como en ese momento estaba viendo a su hija jugar con Sophie, se recordaba asi misma jugando con Elissa durante esas noches de verano, aprendiendo juntas y descubriendo los secretos ancestrales; descubriendo el arte de la escritura, compartiendo sus penas y alegrias y haciendo sus primeros conjuros. Elissa siempre le habia superado en tecnica y conocimientos, pero Caty no la envidiaba por ello, sino que la respetaba e intentaba aprender tan rapido como ella. La madre de Marlenne habia llorado mucho su muerte, y daba gracias por no haber estado en su piel, y no haber sido tan poderosa como ella... pues fue realmente lo que le condeno. --Vamos chicas, esto ya esta --dijo Anne removiendo el te de hinojo que habia preparado. --Espera abuela, aun no hemos terminado de hacer la corona de flores. --Esto se enfria ninas, y ya mismo hay que irse. Marlene y Sophie obedecieron, y se bebieron el amargo te que habia preparado Caty. Sophie vivia con una intriga constante.

De pequena habia ignorado lo que ocurria a su alrededor. Pero a medida que iba creciendo, sentia cada vez mas y mas curiosidad por aquello en que su abuela habia insistido en guardar silencio. Queria dejar de vivir en su fantasia de juego prohibido para conocer realmente por que se ocultaban. Se preguntaba por que no podia decir a nadie que su abuela le estaba ensenando a leer, y que papel tomaba su senor Jesucrito en todo aquello. A menudo se preguntaba si estaria enganando del mismo modo a Dios. Marlene por su parte tambien lo solia pensar, y precisamente en ese mismo momento lo estaba haciendo: --Mama, ?que pasa si alguien nos descubriera? ?iriamos al infierno o algo asi? Sophie alzo la vista y la miro como si apoyara esa misma cuestion, que le habia inundado las ideas horas antes. Caty, acostumbrada al reciente brote de preguntas comprometidas de las ninas respondio serena: --Carino, Jesus en su infinita bondad, tuvo que hacer muchos sacrificios, incluso desde pequeno, tuvieron que huir con el, de Jerusalen para salvarlo. Esconderse no es malo, no hacemos dano a nadie, simplemente, disfrutamos de la vida en su plenitud, tanto de la luz del sol durante el dia, para contemplar el mundo con sus seres y aromas diurnos; como de la luz de la luna, y contemplar el mundo en su nocturnidad. Es cuando podemos escuchar a los arboles respirar, cuando otros animales salen, cuando el rocio en la tierra te embriaga de sensaciones. Sin embargo, no todas las personas piensan igual, por ello debemos permanecer ocultas y seguir manteniendo nuestro secreto, ?vale chicas? Sophie, que estaba mirando curiosa a su amiga cuando pregunto, acabo concentrando toda su atencion en la respuesta de Caty, y asentia en silencio intentando convencerse a si misma, pero sin duda, aquella noche, todas acabaron oliendo a hinojo y remordimiento. Volvieron a casa por el camino que habian recorrido antes. Cruzando por el frondoso bosque y sorteando las ramas de los arboles que, al pasar, amenazaban con azotar a la que venia detras. A pesar de todo, se veia muy bien, porque las copas de los arboles no eran muy altas y la luz de la luna llena iluminaba perfectamente el sendero, las piedras en el, e incluso se podian distinguir algunas aves nocturnas revolotear de un arbol a otro. Eran ya las tres de la madrugada, y lo que habia comenzado a ser una temperatura agradable se habia convertido en una fria noche. Se notaba que aun no era una verdadera noche de verano, asi que se pusieron de nuevo sus capas oscuras, y la capucha, ya no solo por no ser reconocidas, sino por la fria brisa primaveral de la noche.

Capitulo 1 --!Ya estan aqui!, !ya vienen! --dijo la senora Dupre, imperante, aporreando la puerta de la casa de Anne. La abuela de Sophie estaba alimentando a Pop, el cerdo que criaban en un patio vallado, detras de la casa. Al principio oyo a su vecina, pero no podia saber lo que decia. Con calma, se limpio las manos en un delantal y fue a atender la visita. --Por el amor de Dios, ?que es lo que pasa? --dijo Anne mientras abria la puerta: --!Es la Santa Inquisicion! !Ha venido a Montarnaud! --Ah, ?si?, muy bien, ya era hora ?cierto? --dijo la abuela de Sophie impasible, seria, casi conteniendo la respiracion. Anne solia tener fama de ser muy hospitalaria con sus visitas, y normalmente les invitaba a pasar o les ofrecia algo que llevarse a la boca. Al ver la senora Dupre la poca efusividad de su vecina, con la que esperaba charlar un poco, y quien sabe, quizas recibir un pedazo de los deliciosos bizcochos que Anne solia hacer, la escruto con la mirada de arriba abajo y escueta contesto: --Buenos dias. Tan diligente como llego, desaparecio en la vuelta de la esquina. Anne, que habia mantenido la compostura durante todo el trato, cerro pausadamente la puerta, y en cuanto lo hizo, se apresuro rapidamente hacia el cajon de las hierbas. Las rocio todas en el espeso fango de Pop, y repitio la misma operacion con diversas piedras, cristales... Sophie, escondida tras el quicio de la puerta de su habitacion, vio como su abuela, se deshacia de todas las cosas por las que habia tenido que jurar silencio. Esta iba de aqui para alla, portando frascos, hierbas, incluso trozos de tela que ni siquiera habia visto en su vida. Se habia despertado oyendo los golpes que la senora Dupre habia propinado en su puerta, y habia escuchado toda la conversacion. Rapidamente, alertada por la conducta de su abuela, busco el vestido azul de su madre, que tanto le gustaba y se lo puso. Estaba muy estropeado por el tiempo, pero era el preferido de Sophie. Tenia un tacto muy suave, y aunque no estilizaba apenas su figura, sino que le caia como un saco, era de lo mas comodo.

Seguidamente se calzo y salio a la cocina. --Hola. ?Que queria la senora Dupre? .

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