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Autor de la obra
Este autor, PABLO POVEDA , es reconocido dentro de esta rama sobre todo porque tiene más de un libro por los que es reconocido a nivel nacional, pero asimismo fuera de nuestras fronteras.
Es un gran conocedor de la temática, por eso entre los géneros literarios que normalmente acostumbra escribir está/n 2020 POLICIACA NEGRA THRILLER Y SUSPENSE .
¿A qué categoría/s pertenece esta obra?
Esta obra puede clasificarse en cantidad de categorías, pero una de las más esencial es:
2020 POLICIACA NEGRA THRILLER Y SUSPENSE
Poco a poco más gente están decidiéndose por leer estos géneros, en los últimos años, el número de personas que adquiere libros que tienen mucha relación con estas categorías ha crecido considerablemente, hasta llegar a convertirse en uno de los géneros con más número de ventas en el mundo, y por eso mismo imaginamos que tienes interés en descargar de forma gratuita el libro.
LA NOCHE DEL FUEGO ha alcanzado llamar la atención en muchos de estos géneros y se han transformado en un libro referente en alguna de ellas, debido en gran parte a la enorme experiencia de este escritor, como ya conoceréis, es un redactor muy popular en estos géneros.
¿Qué precio tiene LA NOCHE DEL FUEGO?
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Nota de los lectores
Este libro posee una puntuación puesta por personas entendidas, la nota de este libro es: 7,5/10.
Todo el mundo que han puesto nota esta obra son profesionales de este género y han leído LA NOCHE DEL FUEGO online antes de dar su opinión, de esta manera, estamos 100 % seguros de que esta valoración es la idónea y por esta razón se la ofrecemos.
Resumen de LA NOCHE DEL FUEGO
Ahora te ofrecemos un interesante fragmento para que puedas conocer más sobre el libro antes de adquirir LA NOCHE DEL FUEGO
Tras unos anos fuera, Caballero regresa a la ciudad de Alicante durante la noche de San Juan. De forma accidental, sera testigo de un cruel asesinato y no podra evitar verse involucrado en el. Alli conocera a una misteriosa mujer de la que no podra deshacerse. Lo que en un principio parecera accidental, se convertira en toda una pesadilla para el periodista.
Más información sobre el libro
Puedes encontrar más para descargar la noche del fuego
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Resumen del libro
El sol matutino alumbraba con esmero la capital espanola como si se tratara de dia del Apocalipsis. Madrid, que bonita siempre habias sido y cuantos dolores de cabeza me habias traido. La capital del reino de mis amores, la ciudad que no descansaba y el lugar en el que habia pasado los ultimos dos anos, de aqui para alla, de piso en piso de alquiler, vagando entre mis dias y las paginas de los libros que leia en el metro. Habia dejado de fumar, o eso creia, pero el hecho de volver a subirme en un tren revoco mi abstinencia. Saque un Fortuna arrugado del bolsillo del pantalon y lo encendi bajo la entrada de la bonita estacion de trenes de Atocha, una gran nave con pilares a los laterales, con gran parecido a las estaciones parisinas del siglo XIX. Sin duda, Atocha era mi estacion favorita y empezaba a cogerle carino a tal lugar emblematico con arquitectura propia de la Espana decimononica. Habitar en Madrid durante dos anos habia sido todo un desafio. Y digo habitar porque, vivir en una ciudad asi, es otra historia. Por alguna extrana razon, me habia dado cuenta de que no estaba preparado para destronar ciertos habitos, entre ellos, las salidas nocturnas y la vida social. La capital era un reclamo enganoso por el que uno se podia perder facilmente sin demasiado esfuerzo: los bares que cerraban a deshoras, los aperitivos, los clubes y los trasnochos. Cuando alguien se retiraba, otra persona empezaba su jornada. Sin una fuga de escape, habitar alli se convertia en un infierno sin fecha de caducidad. Tal vez aquella fuera la razon por que, en el resto del pais, todos decian que era una ciudad salvaje. Pedi fuego a un transeunte que no tardo en cruzar la puerta de la estacion. El calor de la manana pronto se convertiria en un asedio fisico y es que, como repitiendo la cantinela que se habian aprendido todos, alli el calor era mas seco.
Observe a los taxis estacionados, pintados de blanco y limpios como una patena, marcados con una linea roja cruzada en la puerta y el escudo del oso y el madrono. Durante aquellos casi veinticuatro meses habia hecho buenas migas con muchos de los taxistas de la ciudad. Gracias a un ilustre abogado juerguista, poco tarde en descubrir que la mayoria de los conductores de la ciudad se concentraban siempre en el mismo lugar. El bar se llamaba Iberia y se encontraba en la glorieta de San Bernardo, no muy lejos del primer piso en el que vivia con Blanca. El Iberia no cerraba nunca y servia de hogar para muchos de los que terminaban o empezaban su jornada laboral, asi como aquellos que, como yo, regresaban a deshoras al hogar. Lo que comenzo como algo anecdotico, termino siendo una segunda casa para mi. Me sentia como Robert De Niro en Taxi Driver, ocupando un taburete en el Belmore Cafe, tomando croquetas y raciones de bravas en lugar de sandwiches de jamon y queso. La razon por la que empece a frecuentar el Iberia no era otra que la compania. Necesitaba historias, victorias y derrotas, vivencias que iban mas alla de la rutina y lo mundano de la vida en pareja. Esos hombres no parecian tirar la toalla. Algunos hablaban de proyectos, de fundar empresas. Otros, de jubilaciones anticipadas. Entre sueno y sueno, un partido de futbol apaciguaba a las fieras. Blanca viajaba a Viena para cubrir un evento economico que le habria encargado El Pais. Yo me quedaba alli, en mi parroquia, ahogandome en un silencio, haciendo preguntas y contestando con evasivas cuando los interrogantes se dirigian hacia mi.
Apague la colilla en una papelera metalica y cruce la hermosa puerta de la estacion para adentrarme en el laberinto de pasillos. Atocha impresionaba por su tamano. Todavia me resultaba extrano pensar que, algunos anos atras, la habian volado por los aires. La normalidad de la rutina y la agitacion de los cuerpos sudados tras una jornada de trabajo, puede que hubiesen apartado el olor a carne chamuscada impregnada en las paredes. Pese a todo, aun lograba percibir el aroma de las almas que alli descansaban. Divagar en ello me producia escalofrios y me ponia tenso como una raya de farlopa, con las ganas de vivir al limite cada dia, sin pensar en lo que vendra despues. Observe uno de los relojes de la estacion. Eran las ocho y media de la manana y todavia faltaba una hora para que saliera mi tren hacia Alicante. El olor a cafe expreso me obligo a detenerme en una de las cafeterias que habia a escasos metros de los controles de seguridad. Pedi un cafe solo y cogi una edicion de El Pais sobrante que nadie queria leer. Una de las costumbres que anoraba era la de hojear el periodico en los bares. En otros paises europeos, las cafeterias ofrecian revistas o no ofrecian nada. Sin embargo, leer el diario junto a un buen cafe mananero formaba parte del ritual. Abrirlo, pasar las paginas sin mucho interes y detenerte en ese articulo que llamaba la atencion, sin pedir demasiado, solo unos minutos. Lamentablemente, los habitos de consumo cambiaban y los pocos que seguian practicando aquello no eran mas que perros viejos de oficina.
La gente habia sustituido sus terminales por el papel y, a decir verdad, el cafe ya no sabia igual. Una de las razones por las que habia abandonado temporalmente el periodismo era esa: los periodicos se enfrentaban a una crisis de contenidos que no sabian como gestionar. Eso provoco despidos, bajas, recortes en un periodo en el que la palabra crisis estaba en boca de todos. Pero, a decir verdad, el periodismo siempre habia sido una profesion ligada a la crisis, sin horarios fijos ni sueldos estables. Una labor vocacional como la de quien pintaba cuadros o disenaba corbatas. Pase las paginas y me detuve en un pequeno titular. La Volvo Ocean Race, una de las regatas internacionales mas importantes, financiada por el gigante sueco automovilistico, daria su pistoletazo de salida en Alicante, pocos dias despues de mi llegada. Eso supondria reencontrarse con viejas caras. Termine el cafe con un segundo sorbo y pase a las paginas de cultura. Alguien habia hecho un pequeno comentario de mi libro. Preferi no leerlo y fui directamente al horoscopo. Dirigi los ojos al amor. Esos dias, era lo unico que me preocupaba. Pon atencion a las coincidencias. Alguien del pasado puede provocar alteraciones en tu bienestar.
--Vete al carajo --dije en voz alta y el camarero, un hombre entrado en los cincuenta y con un bigote fino, me miro desafiante--. Le decia al horoscopo. Hay que leer unas tonterias que para que... ?Me dice cuanto es? Pague, cogi mi bolsa de equipaje de cuero marron y me dirigi a los andenes. Tras pasar el control y regalarle una sonrisa a una guapa azafata de viajes, busque el vagon que me correspondia. Olia a carbon, a humo y a comida recalentada. El ruido de las estaciones, los transeuntes que llegaban y abandonaban la ciudad. Me enamoraba la sensacion de desapego, de pertenecer a nada ni nadie por unos segundos. Las despedidas, las lagrimas y los hasta pronto. Recibi un mensaje de Blanca deseandome buen viaje y me detuve a mitad de camino. Solo Dios sabia si lo habria escrito desganada. Decidi no darle mas vueltas. En unas horas estaria en territorio conocido, disfrutando de un arroz a banda frente al Mediterraneo, con el sol en mi rostro y una cerveza bien fria que apaciguaria mi ansia por encontrar una salida. Una vez el tren hubo arrancado, una sensacion amarga recorrio mi cuerpo. No supe identificar que era, pues guardaba tintes de nostalgia y arrepentimiento en las reservas de mis entranas. Hacia mas o menos un ano que no regresaba a Alicante: visitas esporadicas a la familia durante las fechas senaladas, mensajes de telefono y un baul lleno de excusas laborales sirvieron de amortiguador para retrasar mi vuelta a la Costa Blanca.
?El por que? No era la familia sino un cumulo de razones que, durante los ultimos anos, me habia dado motivos suficientes para abandonar el paraiso por una temporada. Necesitaba un cambio de aires y Blanca estaba dispuesta a darmelo. Alejarme de la costa significaba alejarse de los problemas. El exito editorial de mi libro no habia hecho mas que empezar. Reconozco que lo hice por amor aunque alli, en Madrid junto a Blanca, seria mas facil tener el control sobre mi mismo y no dejarme llevar por las callejuelas del Levante espanol. El caracter de Blanca me pondria a raya, contra las cuerdas y yo sucumbiria entregandole la razon. Se acabaron las juergas entre semana, las comidas espontaneas en restaurantes caros que terminaban en bares de pilotos de avion, junto a un pianista octogenario y una botella de Seagrams. Me limite al vermu del mediodia, a las canas de Mahou de los bares colindantes. Pasear por el Parque del Retiro mientras Blanca pasaba la jornada en la redaccion y dejarme caer por Goya en busca de algo bonito que le levantara el humor a mi amada. Era la segunda vez que lo intentaba, mas dispuesto que nunca y con una voluntad de acero. Sin embargo, vivir con un escritor nunca resulta facil. El concepto de literato se habia convertido en algo romantico e idilico gracias a Hollywood y a los profesores de facultad. La realidad era distinta. El escritor como concepto de hambruna, de algo pasajero a lo que unos pocos podian aspirar. Eso resultaba ser escritor en una era de cambio, de tecnologia y defuncion de la industria.
Entre las estanterias con libros de Perez-Reverte y Stephen King, caian un monton de nombres que se apilaban en el olvido. En mi caso, tuve la suerte de saber venderme y hacer que mis editores invirtieran en mi algo mas que interes, aunque sabia que la fama era tan efimera como una puesta de sol. El hecho de que Blanca fuese periodista, me alento a dar el paso y mudarme a vivir con ella. Haciamos buena pareja, eramos un tandem estupendo a la hora de trabajar juntos y lo habiamos demostrado anteriormente. Por el contrario, que yo viviera con ella en condicion de escritor y de pareja, cambiaba las cosas. Ella habia ganado posiciones en la redaccion, le habian subido el sueldo y muy cruda debia ser la situacion para que perdiese su puesto en los siguientes diez anos. Su ascenso nos dio esperanza, aunque tambien estiro las cuerdas de nuestro amor. Formando parte de una generacion que estaba siendo arrastrada por la crisis economica, el termino estabilidad financiera significaba planes de futuro. Por el contrario, mi situacion era un mar de dudas. El primer libro habia funcionado muy bien y, por contrato, debia escribir otro titulo. Mi agente habia logrado vender los derechos de la pelicula a la television publica. Pronto se convertiria en una serie de varios capitulos que imitaban a las producciones norteamericanas, que tanto se habian puesto de moda. El salto editorial me habia ayudado a ampliar mi red de contactos, tener una columna propia en los diarios provinciales y ser capaz de permitirme mas de un capricho de cuando en cuando. Lo que todos desconocian era que las lineas de la novela estaban basadas en mis experiencias con Rojo, Blanca y el resto de personajes que se introdujeron en mi vida durante anos atras. Eso me hacia sentir como un impostor, un cretino incapaz de escribir una linea verosimil sin recurrir a la fuente de la experiencia.
Desafortunadamente, la marmita de la inspiracion y los recuerdos comenzaban a agotarse. Dicen que el escritor debe escribir acerca de sus vivencias. Estaba de acuerdo, aunque las mias comenzaban a parecerse a las de un oficinista amargado. Por suerte, una semana antes de subirme a aquel tren, recibi una llamada de la gestora cultural de la Fnac de Alicante, un empresa de tiendas especializadas en electronica, libros y musica. Para mi sorpresa, al otro lado del aparato se encontraba la dulce voz de Carlota Buendia, una antigua companera de estudios con la que nunca logre resolver la tension sexual que emergia cuando estabamos juntos.
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