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LIBRO LA DESHONRA DE MAZZOLA PDF GRATIS

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Autor de la obra

Fernando Llorden Brota

Este autor, FERNANDO LLORDEN BROTA , es reconocido dentro de esta rama sobre todo porque tiene más de un libro por los que es reconocido a nivel nacional, pero asimismo fuera de nuestras fronteras.

Es un gran conocedor de la temática, por eso entre los géneros literarios que normalmente acostumbra escribir está/n 2018 POLICIACA NEGRA THRILLER Y SUSPENSE .

¿A qué categoría/s pertenece esta obra?

Esta obra puede clasificarse en cantidad de categorías, pero una de las más esencial es:
2018 POLICIACA NEGRA THRILLER Y SUSPENSE

Poco a poco más gente están decidiéndose por leer estos géneros, en los últimos años, el número de personas que adquiere libros que tienen mucha relación con estas categorías ha crecido considerablemente, hasta llegar a convertirse en uno de los géneros con más número de ventas en el mundo, y por eso mismo imaginamos que tienes interés en descargar de forma gratuita el libro.

LA DESHONRA DE MAZZOLA ha alcanzado llamar la atención en muchos de estos géneros y se han transformado en un libro referente en alguna de ellas, debido en gran parte a la enorme experiencia de este escritor, como ya conoceréis, es un redactor muy popular en estos géneros.

¿Qué precio tiene LA DESHONRA DE MAZZOLA?

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Como has podido ver, el costo es irrisorio para el genial contenido que posee este ejemplar.

Este libro tiene de las que mejores proporciones calidad/precio tiene en las categorías: 2018 POLICIACA NEGRA THRILLER Y SUSPENSE

Nota de los lectores

Este libro posee una puntuación puesta por personas entendidas, la nota de este libro es: 7,5/10.

Todo el mundo que han puesto nota esta obra son profesionales de este género y han leído LA DESHONRA DE MAZZOLA online antes de dar su opinión, de esta manera, estamos 100 % seguros de que esta valoración es la idónea y por esta razón se la ofrecemos.

Resumen de LA DESHONRA DE MAZZOLA

Ahora te ofrecemos un interesante fragmento para que puedas conocer más sobre el libro antes de adquirir LA DESHONRA DE MAZZOLA

La vida en Florencia transcurre con total normalidad para Nora Laguzzi, una joven de veinticuatro anos que acude a casa de su pareja. Sin embargo, una puerta entreabierta le indica que algo no va bien. Al subir las escaleras, su corazon se desboca viendo el cuerpo de Dario en el suelo, inerte y con un reguero de sangre como muestra de un certero asesinato.
Nora se encuentra confusa, y no consigue salir de su congoja hasta que una sirena de policia la saca de un golpe. Decide huir de Florencia, sabiendo que la policia la inculparia sin dudar. Tiene que investigar por su cuenta, saber quien ha asesinado a Dario, y para ello debera desenredar la historia que hay detras su muerte. Nora Laguzzi tiene que buscar su justicia.

Más información sobre el libro

Puedes encontrar más para descargar la deshonra de mazzola

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Resumen del libro

Una intermitente vibracion la arranco de su letargo, pues se hallaba ya en ese lapso temporal en el que uno acaricia la ensonacion; un instante mas tarde, la consabida cancioncilla la acompano para anunciar una llamada que reclamaba su atencion. Agarro el aparato y miro a la pantalla, pese a que no le hacia falta para saber quien estaba al otro lado. Una conversacion la aguardaba, aunque no tenia el mas minimo deseo de entablarla. --Hola, carino --su grave voz se abrio paso a traves del hilo telefonico, se percibia un deje de remordimiento en sus palabras. --Hola --contesto seca, haciendose la dura. --?Vamos manana a estudiar? --De acuerdo, pero tiene que ser temprano, tengo mucho que hacer. --Cuando tu quieras --respondio el, servicial. --Entonces, esperame manana en la puerta de tu casa --concluyo--. No hagas el camino tonto de todos los dias, a mi me viene de paso. --Perfecto --asintio complacido. --Bien, a las ocho y media estare ahi. Intentare no tardar esta vez. Hasta manana. --Eh, Nora... --insistio. --Si, dime --entorno sus parpados en un gesto de exasperacion.

--Que... --hizo una pausa--. Siento mi comportamiento. No debi ponerme asi. --No te preocupes --quiso zanjar ella. --No, de verdad. Hay veces que no puedo controlar mis celos. Intentare... conseguire --se corrigio-- que el ogro celoso se vaya. --Te tomo la palabra. Manana nos vemos. Un beso. Colgo. Palabras. Siempre palabras, pero tan solo eso. Palabras que se llevaba el viento una y otra vez, para diluirse poco despues y volver a caer en el mismo error. La discusion de esa noche habia sido de las mas complicadas en los ultimos meses.

Y el detonante siempre era el mismo: los celos. Esta vez incluso habian mantenido un intercambio de ofensas y acusaciones a traves de mensajes de telefono movil, pero como siempre, a los pocos minutos tenia un lo siento esperandola para dulcificar la noche. Nora ya estaba acostumbrada, y normalmente trataba de restarle importancia, pero en ocasiones se le hacia muy cuesta arriba. Eran ya muchos anos juntos, y ella consideraba que la etapa de ese tipo de problemas debia haber concluido. Ademas, el recurso del ogro celoso ya era excesivamente repetitivo, y causaba mas dano que el beneficio que reportaba. Todo provenia del inicio de su relacion, cuando el decia que los celos no eran suyos, sino de un ogro que habitaba en su interior y lo poseia en ese tipo de momentos. Una frecuente excusa afectiva, que en su dia tuvo gracia. Ya no. Gorro, bufanda, guantes, medias bajo los pantalones... Cualquier prenda de abrigo era bien recibida los primeros dias del invierno, y mas concretamente de ese invierno, que amenazaba con ser de los mas gelidos de los ultimos anos. Finalmente se coloco las botas, y estaba preparada para salir a la calle. Miro el reloj: efectivamente, iba a volver a llegar tarde. Asi tendras mas tiempo para recapacitar y arrepentirte, penso ella con maldad. Salio por la puerta y un golpe de aire pre--invernal la azoto con vehemencia, haciendola padecer un escalofrio; en ese momento, Nora sintio deseos de dar media vuelta, subir las escaleras y acostarse en su confortable cama. Quizas, con algo de suerte, todavia mantuviese parte de la calidez nocturna. Pero tenia cosas que hacer, mucho por estudiar y un novio llamado Dario esperandola un par de calles mas al sur.

Nos encontrabamos en Florencia, capital de la region italiana de la Toscana. Siempre ha sido una de las ciudades mas importantes de la republica, tanto que llego a ser capital de la misma en el siglo XIX --cosa de la que Dario solia enorgullecerse--, y se encuentra en la zona centro--norte de la misma. Podia escuchar a su novio relatando sus datos de memoria, asumiendo la retorica del mejor de los guias turisticos que pudiera existir: cuenta con cerca de trescientos setenta mil habitantes, y presume de cobijar algunos lugares de cuantioso interes, como el Duomo de Santa Maria del Fiore, la Galeria de los Uffizi o la Piazza della Repubblica. En el mismo centro de la ciudad vivia Nora, y cerca, muy cerca, Dario, de forma que tenian una forma muy comoda y romantica de verse, y no era otra que a pie, dando largos paseos por el Puente de Santa Trinidad. El termometro de la calle marcaba tan solo seis grados, lo que hizo que Nora se estremeciese de frio. Decidio moverse, porque si no lo hacia corria el riesgo de quedar petrificada ante la puerta de su propia casa. !Como echaba en falta el calor veraniego! El climax de la baja temperatura todavia quedaba lejos, pero Nora sentia, cada invierno que llegaba, que su sufrimiento frente al frio era mayor. Mientras caminaba hacia la Via Purgatorio, donde se encontraba la casa de Dario, tuvo tiempo de pensar acerca de su relacion: en los ultimos meses, su pareja estaba distante en ocasiones, quizas nervioso; unos dias carinoso, otros tenso y brusco. Quizas esa ansiedad era a causa de los examenes, ya que el nunca habia sido buen estudiante, y ahora que le faltaba poco para finalizar su licenciatura en criminologia podia estar algo estresado. En cualquier caso, Nora esperaba que el problema fuera algo pasajero, y confiaba en que poco despues pudieran recordar ese bache como un impulso en su larga relacion, que ya acaparaba ocho anos y tres meses de sus vidas. Lo tenian todo planeado. En cuanto Dario terminase la carrera y obtuviese el trabajo que deseaba, podrian por fin decir adios a la convivencia paterna --ella -- y a los controles y prohibiciones del padre de Dario, quien pese al tiempo transcurrido en el noviazgo de su hijo con Nora, no bendecia ni aprobaba dicha relacion, y no permitia que viviesen juntos en una casa que, pese a no habitarla, era suya en propiedad. Ese era uno de los grandes obstaculos que la pareja habia superado, no sin dificultad. Y aunque la situacion no era todo lo comoda que Nora quisiera, al menos la etapa de no dejar salir a Dario de casa habia pasado varios anos atras, a costa de haber seguido el curso de la naturaleza, haber crecido y haber alcanzado recientemente la cifra de veinticuatro primaveras. Nora no entendia que no le gustaba a su suegro de ella: siempre habia tratado de encandilarlo, siendo cortes y sincera con Carlo.

Quiza fueran dos familias de clases sociales diferentes; la de Nora no tenia dinero para regalar precisamente, pero no creia que tuviera algo que ver con sus desavenencias con Carlo y el resto de los Mazzola. Avanzaba por la calle contemplando el ajetreo matinal de una ciudad como Florencia. Gente de toda raza, cultura e ideologia vagando con prisa, sin tiempo para distracciones. Nadie conoce a nadie, al igual que en cualquier ciudad importante. Cada persona, enfundada en su abrigo, se cobija en el anonimato para trabajar de la mejor manera posible. Dependientes de comercios, oficinistas, agentes comerciales... No hay tiempo que perder. Tambien se puede apreciar el polo opuesto: personas sentadas comoda y apaciblemente en las cafeterias tomandose sus espressos con tranquilidad y parsimonia. Giro la ultima esquina, tan solo trescientos metros la separaban de su destino. Se le habia olvidado el cabreo, y tenia ganas de ver a Dario. Ya se lo decia siempre Mina, que no podian vivir el uno sin el otro. Tras la tremebunda historia que los habia unido, su incondicional amiga era un baston al que agarrarse cuando alguna discusion los distanciaba. En el fondo le gustaba enfadarse, le encantaba escuchar sus disculpas, ruegos y promesas. La hacia sentirse bien, con control y confianza sobre el. Y, sobre todo, hacia mas reconfortante el esperado y satisfactorio momento de la reconciliacion. Volvio a mirar el reloj: las ocho y cincuenta y cinco minutos de la manana de un frio Lunes, cuatro de Diciembre de 2017.

Imprimio un punto mas de velocidad a sus pies, porque Dario estaria congelado, aguardando en su portal la llegada de su tardia pareja. Pese a todo, Nora tenia la seguridad de ser recibida con una sonrisa, quizas ladeando la cabeza en su caracteristico gesto complice. Pero Dario no estaba. Al parecer, se habia cansado de esperarla y habia vuelto a subir a su casa, o lo que seria peor, se habia ido a la biblioteca. Esta vez tendria que ser ella quien pidiera disculpas. La puerta de la calle estaba abierta. El muelle que debia cerrarla trataba de empujar para concluir su labor, pero el viento bregaba poderosamente para impedirlo. En esa dura pugna se encontraban cuando Nora alcanzo el portal. Inquieta sobre la decision de Dario, comenzo a subir los peldanos que la llevarian ante el. La ausencia de un ascensor la hizo dudar en su empeno; penso en gritar para que bajara, y asi ahorrarse tres pisos de tediosas escaleras, pero decidio guardar las formas y no equipararse al nivel de la vecina que daba voces a todas horas sin reparar en el resto de la gente. Un golpe la bajo de su nube de suenos y fantasias. Nora tenia la costumbre de subir y bajar escaleras mirando siempre al suelo, y un veloz e inesperado personaje choco su hombro con el de ella al cruzarse en su camino en direccion a la calle. --!Eh! Un poco de cuidado --recrimino ella, aunque el hombre no escucho o no quiso escuchar la reprimenda. No le dio mas importancia, pues tampoco creyo que la tuviera. Continuo subiendo escalones, uno tras otro, hasta que por fin alcanzo el ansiado cuarto piso.

Estaba fatigada como no recordaba haberlo estado en varias semanas, y es que sus tiempos de gimnasta habian acabado varios anos atras. De aquella nina y adolescente deportista tan solo quedaban unas firmes piernas y unas muy bellas curvas, que siempre provocaban el deseo de Dario, pero que tambien provocaban sus celos cuando no era el quien la admiraba. Giro la esquina del pasillo y se encontro la puerta de la casa ligeramente abierta, entornada, invitandola a pasar. Imagino que Dario habia preparado alguna de sus sorpresas a modo de disculpa. Asi funcionaba el, con un enrevesado sistema de fallo y compensacion. ?Que seria esta vez? Estaba impaciente por comprobarlo. --?Hola? --pregunto Nora, ingenua. Nadie respondio. --!Ya puedes salir, carino! --dijo alzando un poco mas la voz. El silencio era casi absoluto, solo quebrantado por el sonido que la television emitia de fondo. .

la deshonra de mazzola
fernando llorden brota

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