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Autor de la obra
Este autor, M. C. ANDREWS, es reconocido dentro de esta rama sobre todo porque tiene más de un libro por los que es reconocido a nivel nacional, pero asimismo fuera de nuestras fronteras.
Es un gran conocedor de la temática, por eso entre los géneros literarios que normalmente acostumbra escribir está/n Romantico .
¿A qué categoría/s pertenece esta obra?
Esta obra puede clasificarse en cantidad de categorías, pero una de las más esencial es:
Romantico
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Nota de los lectores
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Resumen de LA CINTA
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Daniel Bond lo tiene todo bajo control. A pesar de su tormentoso pasado, o quiza gracias a el, se ha convertido en uno de los abogados mas reputados de toda Inglaterra. Su vida, planeada al milimetro, esta dominada por unas estrictas normas que rigen todas sus relaciones. Jamas se ha planteado transgredirlas con ninguna mujer... hasta que conoce a Amelia Clark. Amelia hace que se lo cuestione todo; lo reta con cada mirada, con cada caricia. Si solo fuese una cuestion de sexo, Daniel sabria a que atenerse, pero el problema es que cada vez que estan juntos siente la tentacion de explorar placeres que hasta entonces consideraba prohibido. La cinta es un relato corto que complementa la novela Noventa dias. De la mano de Daniel Bond, narrador y protagonista, descubriremos que cada historia de amor es unica e irrepetible.
Más información sobre el libro
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Resumen del libro
Daniel Bond lo tiene todo bajo control. A pesar de su tormentoso pasado, o quiza gracias a el, se ha convertido en uno de los abogados mas reputados de toda Inglaterra. Su vida, planeada al milimetro, esta dominada por unas estrictas normas que rigen todas sus relaciones. Jamas se ha planteado transgredirlas con ninguna mujer... hasta que conoce a Amelia Clark. Amelia hace que se lo cuestione todo; lo reta con cada mirada, con cada caricia. Si solo fuese una cuestion de sexo, Daniel sabria a que atenerse, pero el problema es que cada vez que estan juntos siente la tentacion de explorar placeres que hasta entonces consideraba prohibido. La cinta es un relato corto que complementa la novela Noventa dias. De la mano de Daniel Bond, narrador y protagonista, descubriremos que cada historia de amor es unica e irrepetible.
--!No, no, no! Mis propios gritos me despertaron y me sente en la cama, sudando. Hacia meses que no tenia una pesadilla tan vivida y angustiosa. Respire hondo y me pase las manos por el pelo y por la cara. Odiaba despertarme asi, sintiendome de nuevo como cuando era un nino pequeno. --Mierda --masculle resignado, al poner los pies en el suelo. Fui hasta el bano de mi dormitorio y me eche agua en la cara--. Tranquilizate, Daniel --me dije, mirandome al espejo.
Observe como me resbalaban las gotas por el rostro y aprete la mandibula para controlar el temblor que aun podia sentir en mi cuerpo. Estaba en mi apartamento, solo, lejos del mundo que habia reaparecido en mis suenos. Al parecer, habia conseguido eliminarlo todo excepto los recuerdos. Sali del bano y me dirigi al comedor, donde me servi un whisky. Beber no me gustaba demasiado, pero en noches como esa hacia una excepcion. El alcohol daba fuerza a los demonios, yo lo sabia mejor que nadie, pero notar el liquido quemandome la garganta siempre me hacia reaccionar. Subi la escalera que conducia al piso de arriba del apartamento y me acerque a la ventana. Las sombras de los rascacielos se erguian imperterritas en medio de la oscuridad; eran los unicos testigos de mi desasosiego y asi era como queria que siguiese siendo. Hay gente que esta sola pero vive con el convencimiento de que algun dia dejara de estarlo, personas que suenan con encontrar a una persona que lo comparta todo con ellas. Yo no. Me termine el whisky y deje el vaso en el suelo. Yo no podia imaginarme con nadie. Sencillamente, era algo que sabia con absoluta certeza que jamas sucederia; lo sabia con la misma seguridad con que sabia que no podia volar o que, no se, digamos, la Tierra es redonda. Y no me importaba. De hecho, lo preferia.
Respire hondo de nuevo y apoye la frente en el cristal. Abri y cerre las manos y luego me frote la nuca. Estaba muy tenso. Demasiado. Me aparte de la ventana y, al dar media vuelta, mis ojos se detuvieron un instante en la cama, que ocupaba casi todo el espacio de la habitacion. Hacia mucho tiempo que no la utilizaba. Quiza era eso, pense de repente, sentandome en el sofa de piel que habia junto al ventanal y que era el otro unico mueble del dormitorio. Hacia mucho tiempo que no estaba con una mujer; la ultima habia sido una gran decepcion y no habia servido de nada. Victoria, se llamaba; si, no tendria que haberme acostado con ella. Menos mal que no la habia llevado alli. Las mujeres me parecen las criaturas mas maravillosas de la Tierra y, sin embargo, ultimamente ninguna habia conseguido interesarme. Oh, si, se que se fijan en mi, en mi aspecto, en mi cuenta corriente, en mi bufete, pero ninguna es sincera. Y empiezo a estar cansado de tantas mentiras. Me levante del sofa y volvi a acercarme a la ventana. Estaba saliendo el sol.
?Cuanto rato llevaba despierto? Solte el aliento y me agache para recoger el vaso del suelo. No serviria de nada seguir dandole vueltas; hace tiempo que tengo asumido quien soy y no voy a disculparme por ello ante nadie, y mucho menos para echar un polvo. Volvi a mi dormitorio y me puse la ropa de deporte. Todavia era temprano para ir a la piscina privada del bufete, asi que sali a correr. Ya tendria tiempo de nadar despues. Regrese una hora mas tarde y el portero de mi edificio tuvo que contenerse para no levantar las cejas hasta debajo de la gorra cuando me vio entrar. --Buenos dias, senor Bond. --Buenos dias --conteste. Iba sudado y del cuello me colgaban los auriculares del iPod. Correr por Londres a esas horas de la madrugada, aunque el tiempo fuese todavia relativamente agradable, era sin duda poco recomendable. Yo no solia hacerlo, preferia nadar, pero en ese momento me habia servido al menos para alejar de mi mente los ultimos restos de la pesadilla. Me saque la llave del bolsillo, una unica llave que siempre llevaba suelta, y entre en mi apartamento dispuesto a ducharme y a empezar el dia siendo de nuevo el de siempre. Normalmente iba a trabajar en coche. Aunque el bufete estaba en el centro de la ciudad, Patricia, mi socia, y yo habiamos tenido el acierto de comprar varias plazas de aparcamiento, asi que no tenia que preocuparme por eso. Pero como todavia era temprano, ese dia decidi ir a pie, asi me aseguraria de llegar con la mente completamente despejada.
Recorri las calles dejando que el entorno me distrajese, me fije en los camiones de reparto, en los quioscos, en las prisas que invadian a muchos de los transeuntes. Nadie parecia reparar en mi. ?Por que iban a hacerlo? A simple vista y o era igual que los demas, aunque tuviese la perenne sensacion de que no encajaba. Estaba a una manzana del bufete cuando la vi. El resto de la ciudad desaparecio de su alrededor. Londres entero podria haberse ido al mismisimo infierno y no me habria dado cuenta. Solo la veia a ella. Era una chica normal, pero la reaccion que me provoco distaba mucho de serlo. Y eso que solo le veia la espalda. Me detuve y espere unos segundos. Ella caminaba nerviosa, con unos zapatos de tacon que no parecian encajar con sus andares curiosos, y tenia las piernas mas bonitas e increibles que habia visto nunca. Unas piernas que ya podia imaginarme alrededor de mi cintura, o... atadas a los pies de la cama. Sacudi la cabeza para ahuy entar esa fantasia; sin embargo, segui mirandola. Llevaba el pelo recogido, un bolso y un maletin que parecia nuevo. Se paro frente al edificio en el que esta mi bufete.
?Seria una cliente? ?Una abogada de la competencia? ?Alguien de la fiscalia? ?O sencillamente alguien que se habia detenido un segundo para tomar aire y luego seguiria adelante y desapareceria para siempre? Acelere el paso casi sin darme cuenta. No iba a permitir que se esfumase de repente. No sin antes verle la cara. Cuando la vi entrar en mi edificio, respire aliviado. No tenia de que preocuparme; averiguaria quien era y me la llevaria a la cama. De pronto, note que la tension que no habia conseguido quitarme de encima despues de aquella horrible pesadilla desaparecia. Si, hacia demasiado tiempo que no me interesaba ninguna mujer, pero a juzgar por la reaccion de mi cuerpo solo viendole la espalda a aquella desconocida, eso estaba a punto de cambiar drasticamente. Aunque quiza ella no estuviese dispuesta a... No, eso era impensable. Yo siempre consigo lo que quiero. Entre sin darle los buenos dias a Peter, y algo debio de ver el portero en mi mirada, porque no me dijo nada. Queria seguir observandola en silencio. La chica estaba de pie frente a los ascensores, balanceandose nerviosa sobre los pies, apretando y aflojando los dedos con los que sujetaba el maletin. ?Por que estaba tan nerviosa? Necesitaba verle la cara, averiguar si sus ojos me fascinarian o me dejarian indiferente y volveria a sentirme tan vacio como en los ultimos tiempos. Me acerque y tuve la sensacion de que todos y cada uno de los poros de mi piel empezaban a despertarse. Nunca habia sentido esa clase de atraccion tan repentina, tan animal, por nadie.
Respire hondo y la cosa empeoro, porque el suave aroma de su perfume se me metio por la nariz y me excite como un chico de quince anos. Di gracias a Dios por llevar puesta una americana. Detecte el preciso instante en que ella notaba mi presencia, incluso habria jurado que oi como se le alteraba la respiracion. O quiza fuera la mia. --Buenos dias --dije; fue lo unico que fui capaz de pronunciar. Ella volvio la cabeza y me miro sin decir nada y, por un instante, me pregunte si estaria aun en medio de mi pesadilla. Quiza aquel rostro se deformase de repente y se convirtiera en uno de los monstruos de mi pasado. Pero no fue asi; tras mirarme algo confusa unos segundos, la chica respondio. --Buenos dias. No pude evitar sonreirle. Era real y eso significaba que tarde o temprano podria tocarla. Tarde o temprano averiguaria el sabor de aquella piel, el olor de su pelo, que entonces sin duda llevaria suelto, el tacto de aquellos labios. Entramos en el ascensor y le pregunte a que piso iba. Lo habria hecho con cualquiera, pero en ese caso necesitaba saberlo para luego poder averiguar quien era. --Al veinticuatro.
<< Mi bufete>> . El corazon se me acelero. ?El corazon? ?Desde cuando intervenia este en aquel tipo de situaciones? Daba igual. Aprete el boton que la conduciria a mi oficina, a mis redes, y luego el del piso veintiseis. Ahora que sabia que no me costaria lo mas minimo averiguar quien era y donde encontrarla, lo mejor seria que fuese a nadar un poco antes de hablar con ella. El ascensor se detuvo por el camino y subieron tres mujeres que me observaron con descaro. No soy engreido, pero se cuando alguien me devora con los ojos, y ninguna de esas tres damas fue especialmente discreta. Pero me gusto que lo hicieran, porque asi pude ver como mi misteriosa desconocida las fulminaba con la mirada. Ella tambien estaba interesada. Dios, estaba tan excitado que si hubiesemos estado solos no habria dudado en detener el ascensor y besarla. La habria acorralado contra la pared, ella me habria rodeado la cintura con las piernas y y o... Apoy e la cabeza en la pared de madera y respire hondo. Su perfume volvio a asaltarme y, cuando gire la cara, la encontre mirandome. Nunca habia tenido la sensacion de que unos ojos me quemaban la piel, pero los de ella parecia que pudiesen derretirme en cuestion de segundos. Tenia que poner fin a aquello. O llegar hasta el final.
Mire el panel de botones del ascensor y me plantee seriamente la posibilidad de detenerlo alli mismo y lanzarme sobre la chica; a la mierda las otras mujeres presentes, si querian, podian mirar. A mi no me importaba lo mas minimo, pues por primera vez en mucho tiempo volvia a sentirme vivo. Pero al mirar los botones, vi que el ascensor acababa de detenerse en el piso veinticuatro y que ella no se habia dado cuenta. Estaba tan confusa y absorta como yo. La vi lamerse el labio inferior y me lo imagine sobre mi cuerpo. --El piso veinticuatro, senorita --la avise, porque lo otro que queria decirle, << Desnudate y deja que te toque>> , no podia expresarlo. Ella salio y yo me fui a la piscina. Tendria que nadar el doble o el triple de lo habitual para librarme de aquella ereccion y poder entrar en el bufete como una persona civilizada. Cerre los ojos y desee que el agua estuviese helada; si no, tendria que quedarme alli el dia entero. Despues de nadar un rato y de darme otra ducha de agua fria, me acerque al espejo y volvi a afeitarme. Lo habia hecho ya despues de correr, pero era de madrugada y estaba medio dormido, asi que aproveche entonces para rasurarme bien. Luego me puse el traje, me peine y baje con el pelo todavia mojado al bufete. No queria correr el riesgo de que mi desconocida desapareciese. No llevaba ni diez minutos en el despacho cuando Stephanie, mi temible y eficaz secretaria, me llamo para recordarme que tenia programada una reunion con Patricia para entrevistar a una nueva abogada. Al parecer, era hija de la mejor amiga de infancia de mi socia.
Patricia Mercer y y o somos los unicos socios del bufete y la verdad es que funcionamos muy bien. Tenemos una relacion peculiar, pese a nuestra diferencia de edad: ella debe de estar sobre los cincuenta, aunque no lo aparenta, asi que tiene unos quince anos mas que yo. La conoci hace anos, cuando Patricia trabajaba para un viejo carcamal y yo para la fiscalia. Ella perdio un caso contra mi y, al terminar, la encontre en el pasillo del Old Bailey, discutiendo con el viejo carcamal. Fui testigo involuntario de su dimision y, cuando el hombre se marcho, yo me acerque a ella para consolarla, crey endo que la encontraria llorando, pero estaba muerta de risa. Fuimos a tomar una copa y meses mas tarde abriamos Mercer & Bond, nuestro bufete, que ha llegado a convertirse en uno de los mejores de Inglaterra. Los dos habiamos pasado por muchas cosas juntos, buenas y malas, pero la mejor fue redactar un solido acuerdo de socios. Nuestro bufete seguia adelante y los dos estabamos alli, asi que sin duda tenia que serlo. Uno de los puntos del acuerdo decia que las contrataciones de nuevos abogados debiamos aprobarlas los dos, para asi evitar posibles errores. --Mierda --masculle. Si queria encontrar a la chica del ascensor no podia perder mas tiempo, pero tampoco podia dejar plantada a Patricia. Mire el reloj y me pase la mano por el pelo. Cuanto antes fuese a la sala de reuniones, antes terminaria con el asunto. Seguro que la hija de la amiga de Patricia seria una buena abogada; si no, ella no habria accedido a entrevistarla. Mi socia tiene caracter y nunca meteria en nuestro bufete a una incompetente solo por compromiso.
Fui a la sala de reuniones y vi que ellas todavia no habian llegado. Decidi entrar de todos modos y esperarlas alli. Cuando se abrio la puerta, me quede sin aliento. Era la chica del ascensor.
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