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LIBRO EL BOSQUE DE LA MEMORIA PDF GRATIS

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Autor de la obra

Sam Lloyd

Este autor, SAM LLOYD , es reconocido dentro de esta rama sobre todo porque tiene más de un libro por los que es reconocido a nivel nacional, pero asimismo fuera de nuestras fronteras.

Es un gran conocedor de la temática, por eso entre los géneros literarios que normalmente acostumbra escribir está/n 2020 POLICIACA NEGRA THRILLER Y SUSPENSE .

¿A qué categoría/s pertenece esta obra?

Esta obra puede clasificarse en cantidad de categorías, pero una de las más esencial es:
2020 POLICIACA NEGRA THRILLER Y SUSPENSE

Poco a poco más gente están decidiéndose por leer estos géneros, en los últimos años, el número de personas que adquiere libros que tienen mucha relación con estas categorías ha crecido considerablemente, hasta llegar a convertirse en uno de los géneros con más número de ventas en el mundo, y por eso mismo imaginamos que tienes interés en descargar de forma gratuita el libro.

EL BOSQUE DE LA MEMORIA ha alcanzado llamar la atención en muchos de estos géneros y se han transformado en un libro referente en alguna de ellas, debido en gran parte a la enorme experiencia de este escritor, como ya conoceréis, es un redactor muy popular en estos géneros.

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Nota de los lectores

Este libro posee una puntuación puesta por personas entendidas, la nota de este libro es: 7,5/10.

Todo el mundo que han puesto nota esta obra son profesionales de este género y han leído EL BOSQUE DE LA MEMORIA online antes de dar su opinión, de esta manera, estamos 100 % seguros de que esta valoración es la idónea y por esta razón se la ofrecemos.

Resumen de EL BOSQUE DE LA MEMORIA

Ahora te ofrecemos un interesante fragmento para que puedas conocer más sobre el libro antes de adquirir EL BOSQUE DE LA MEMORIA

Un thriller atmosferico e inquietante sobre la parte mas oscura del alma humana.

Más información sobre el libro

Puedes encontrar más para descargar libro el bosque de la memoria

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Resumen del libro

Cuando regresan a la habitacion en fila india, ya no estoy en la silla. Me he sentado sobre la mesa y hago oscilar las piernas desnudas. Llevo una tirita de color rosa pegada en la rodilla. Es muy raro que no recuerde haberme hecho dano. Levantan las cejas cuando ven que me he movido, pero nadie hace ningun comentario. La mesa esta atornillada al suelo, asi que no puede volcarse y caerme encima. Cuando tenia diez, me rompi la pierna corriendo por el Bosque de la Memoria y estuve a punto de morir, pero ya han pasado dos anos. Ahora voy con mucho mas cuidado. --Parece que hemos terminado, Elijah --dice uno de ellos--. ?Tienes ganas de volver a casa? Paseo la mirada por la habitacion. Por primera vez, me doy cuenta de que no tiene ventanas. Tal vez sea por la clase de personas que suele haber aqui: mala gente, no como la que esta aqui dentro conmigo. Son policias, aunque no lleven uniforme. El que me ha traido una Coca-Cola me ha dicho antes que iban de paisano. A lo mejor lo decia en broma.

Tengo un cociente intelectual muy alto para mis doce anos, pero la verdad es que nunca pillo las bromas. Por un momento, se me olvida que siguen mirandome, que esperan una respuesta. Alzo la vista y asiento con la cabeza, haciendo oscilar las piernas con mas fuerza. ?Por que no iba a tener ganas de volver a casa? Noto que mi cara cambia. Creo que estoy sonriendo. II Vamos en el coche. Conduce padre. Annie la Maga, que vive en el otro extremo del Bosque de la Memoria, dice que hoy en dia casi todos los ninos llaman a sus padres <> y <>. Me parece que yo tambien lo hacia. No se muy bien por que empece a decir <> y <>. Leo muchos libros viejos, sobre todo porque no tenemos dinero para derrochar en novedades. Puede que sea por eso. --?Te han interrogado? --pregunta padre. --?Sobre que? --Bueno, sobre cualquier cosa. Reduce la velocidad en los cruces, aunque tenga prioridad.

Padre siempre es asi de prudente. Le preocupa atropellar a un ciclista, a alguien que pasee un perro o a un erizo que cruce despacio. --Me han preguntado por ti --digo. En el asiento delantero, madre se vuelve a mirarle. La atencion de padre sigue concentrada en la calzada. Sostiene el volante con delicadeza, con las munecas mas altas que los nudillos. Parece un perrito suplicante. De pronto, pienso en la reproduccion de Arthur Sarnoff colgada en la pared de la salita de casa, donde se ve a un beagle jugando al billar contra un par de chuchos con pinta de sinverguenzas que fuman puros. El cuadro se llama !Eh! !Una pata en el suelo! porque el beagle esta encima de una escalera de mano, y eso es hacer trampa. Madre no lo soporta, pero a mi me gusta. Es el unico cuadro que tenemos. --?Que te han preguntado? --Ya sabes, padre, un poco de todo. De que trabajas, que clase de aficiones tienes, ese tipo de cosas. Decido no mencionar aun sus otras preguntas, ni mis respuestas. Antes necesito un poco mas de tiempo para pensar.

Han pasado muchas cosas en los ultimos dias y tengo que aclararme. A veces, la vida puede ser muy confusa hasta para un nino con un buen cociente intelectual. --?Que les has dicho? --He dicho que eres jardinero y que arreglas cosas. --Clavo la punta del dedo en la tirita y hago una mueca de dolor--. Les he contado que salvaste a un cuervo. Encontramos al cuervo delante de la puerta trasera una manana, agitando un ala rota. Padre lo alimento durante tres dias seguidos, dandole pan mojado en leche. Al bajar el cuarto dia, vimos que se habia ido. Padre dijo que los huesos de los cuervos se sueldan mucho mas rapido que los de las personas. III Estamos llegando al extrarradio. Menos edificios, menos gente. En la acera, veo a dos ninos con uniforme: pantalon gris, chaqueta marron, zapatos negros rozados. Deben de tener mas o menos mi edad. Me pregunto como sera ir a clase en el colegio y no en casa. No hay un solo libro en nuestra biblioteca que no haya leido diez veces, asi que creo que me iria bien.

Annie la Maga dice que tengo el vocabulario de una persona mucho mayor. Hubo un escritor antiguo que sabia sesenta mil palabras. Me gustaria ganarle si pudiera. Mientras pasamos junto a los ninos, apoyo la palma de la mano contra la ventanilla. Me los imagino dandose la vuelta para saludarme. Pero no lo hacen y, de repente, ya no estan. --?Has hablado de mi? --pregunta madre. Todavia tiene la cabeza de lado. Me sorprende lo guapa que esta hoy. Cuando el sol bajo atraviesa las nubes, le brilla el pelo como si fuera de oro. Parece un angel, o una de esas reinas guerreras de los libros: Boudica, tal vez. O Artemisa. Me entran ganas de ir hasta el asiento delantero y acurrucarme en su regazo. En cambio, pongo los ojos en blanco fingiendome exasperado. --Que me haya perdido esta vez no quiere decir que sea un mentecato.

<> es mi nueva palabra favorita. La semana pasada era <>, que se usaba hace mucho tiempo para referirse a alguien demasiado hablador. La vida de cada persona deberia contener a un par de lenguaraces, a ser posible con unos cuantos mentecatos que les hicieran compania. Una vez mas, miro por la ventanilla. Esta vez solo veo campos. --Espero que Gretel este bien. --?Gretel? --pregunta padre. Al instante, noto en la tripa una sensacion extrana, deslizante y grasienta, como si una serpiente se enroscara y desenroscara dentro de mi. Caigo en la cuenta de que Gretel es un secreto. Levanto la vista y veo que padre me mira a traves del retrovisor. Tiene el ceno fruncido. Me tiemblan las manos. Miro a madre. Le late el pulso en la garganta. --No hay ninguna Gretel, Elijah --dice--.

Pensaba que te habia quedado claro. La serpiente sigue extendiendose por mi tripa. --Me... me referia a Annie la Maga --balbuceo, y anado a toda prisa--: La llamo asi en broma. Es un nombre inventado. Solo es una tonteria. Los ojos de padre flotan en el espejo. --Creo que Annie la Maga le pega mas que Gretel. ?No te parece, colega? Tengo un sabor amargo en la boca, como si hubiese mordido un escarabajo o un sapo. Me paso la lengua por los dientes y trago saliva. --Si, padre. IV La zona en la que vivimos no es como las que he visto en la tele de Annie la Maga. No hay rascacielos ni hileras de edificios modernos; solo bosques, campos, graneros, establos y la mansion llamada Rufus Hall. Tambien hay unas cuantas casas de piedra, incluida la nuestra. Las llaman <>. Al otro lado del Bosque de la Memoria se halla el lago Falanges.

En realidad no se llama asi; creo que no tiene nombre. Lo que pasa es que una vez, entre los juncos de la orilla, encontre un minusculo trio de huesos unidos por ligamentos medio podridos. Se parecian al dedo indice de un nino pequeno. Los puse en mi Coleccion de Recuerdos y Hallazgos Extranos, un nombre pretencioso para lo que en realidad es un taper escondido debajo de una tabla suelta del suelo de mi cuarto. No muy lejos del lago esta el lugar que llamo Ciudad de las Ruedas. Es mas un campamento que otra cosa, un conjunto variopinto de furgonetas y caravanas que alguien llevo alli hace mucho tiempo y que en su mayoria estan demasiado oxidadas para circular. Nunca he entendido por que los Meunier toleran la presencia de los habitantes de la Ciudad de las Ruedas en sus tierras, pero asi es. Los Meunier viven en Rufus Hall. Dos personas solas ocupando un espacio tan inmenso. Leon Meunier esta casi siempre en Londres. Cuando se encuentra aqui, lo veo pasar en su Defender negro como si temiera que el cielo le cayese encima. Seria guay explorar la casa y los jardines, pero padre nunca me dejara. El coche se detiene de golpe: me doy cuenta de que estamos en casa. En el asiento delantero, madre baja la cabeza. Me pregunto si estara rezando.

Bajo la vista y veo que mis manos han dejado de temblar. Me quito el cinturon de seguridad y voy a abrir la puerta, pero, naturalmente, no puedo salir. Mis padres siguen usando el seguro para ninos, aunque ya tengo doce anos. Espero a que padre abra la puerta. Luego abandono mi asiento. Echa a andar pesadamente por el sendero del jardin, cuadrando los hombros como si cargara con todos los problemas del mundo. Madre y yo le seguimos. Las oscuras ventanas de nuestra casa no dan ninguna pista acerca de lo que hay en su interior. La puerta principal es una sola tabla de roble. No hay buzon. Padre apenas recibe correo y, cuando eso ocurre, se lo entregan directamente a Meunier. Madre no recibe nada de nada. Nuestra puerta no tiene numero, porque no vivimos en una calle. Si alguien me escribiera alguna vez, tendria que poner esto en el sobre: <>. Son muchas palabras, lo que explica por que madre no es la unica de la que nunca se acuerda el cartero.

En el dintel hay una herradura clavada al reves que esta ahi para traernos suerte. Paso por debajo y entro. V Estoy en mi cuarto, de pie junto a la ventana. Llevamos en casa veinte minutos. Me muero de ganas de escapar, pero no me atrevo. Aun no. Cuando oigo que la puerta trasera se abre con estrepito, me acerco mas al cristal. Abajo, en el jardin, veo aparecer a padre. Se saca un paquete de tabaco del bolsillo de la camisa y enciende un cigarrillo. Apoyado contra la carbonera, proyecta una bruma de humo hacia el cielo. Salgo al pasillo, bajo las escaleras con sigilo y cruzo la puerta delantera. El Bosque de la Memoria esta a solo cinco minutos de casa. Si echo a correr por el camino que bordea el Campo Baldio, llegare en la mitad de ese tiempo. El cielo parece una pesada plancha de acero sobre mi cabeza, como si fuese a derrumbarse bajo su propio peso. En mitad del camino oigo los graznidos.

Me vuelvo y veo a una familia de cuervos alborotando en el Campo Baldio. Algo atrae su interes; lo mas probable es que un zorro haya dejado los restos de algun conejo o faisan. Una vez lei que los cuervos son de mal aguero. No me extrana. VI Dentro del Bosque de la Memoria hace mucho fresco. Es raro, porque apenas sopla el viento. Caen gotas de las hojas, la lluvia de esta manana. Bajo las zapatillas deportivas noto el suelo blando y humedo. Ahora que el Campo Baldio queda al otro lado de los arboles, casi no oigo los graznidos. Percibo un leve movimiento delante de mi. Puede deberse a muchas cosas, pero solo hay una que me da miedo. Mis padres no han hablado de el de camino a casa, y yo he preferido no preguntar. Me preocupa que, si pronuncio su nombre demasiado a menudo, aumente su poder sobre mi. Y con el, su crueldad. Puede que <> no sea la mejor palabra.

Una vez, en la tele de la caravana de Annie la Maga, vi a un tiburon blanco salir del mar de repente y partir por la mitad de un mordisco a una cria de foca. Parecia cruel, pero en realidad no lo era: asi es la naturaleza. El tiburon tenia hambre y la cria de foca era una presa. Las demas foquitas permanecieron alejadas del agua cuando vieron la aleta del tiburon cortando la superficie, lo que demuestra la importancia de un buen instinto. El buen instinto es algo que me preocupa mucho. Ahora, en el Bosque de la Memoria, aminoro el paso. He visto ciervos entre estos arboles, pero el color de su pelaje se confunde de tal modo con el del fondo que muchas veces solo les veo los ojos. El leve movimiento que he notado hace un momento no correspondia a ningun ciervo. Me planteo la posibilidad de volver corriendo al Campo Baldio y, desde alli, regresar a casa. Pero el motivo que me ha traido hasta aqui es demasiado importante. Mal instinto. Aunque el corazon me late mas rapido de lo normal, me permito poner los ojos en blanco. Hace tres semanas, mi palabra favorita era <>. Ahora mismo, resulta muy adecuada. La verdad es que no se si tengo mal instinto, pero, al crecer junto a estos bosques, he aprendido a no confiar en lo que ven mis ojos.

Me armo de valor y doy un paso adelante. Ningun cervatillo o tejon asustado sale de la maleza. Ningun buho o halcon alza el vuelo desde las copas de los arboles. Doy un segundo paso, y luego un tercero, volviendo la cabeza para comprobar que no se me acerque nada por detras sin hacer ruido. Llego al claro en pocos minutos. De pronto, la boca se me queda tan seca como las falanges de mi Coleccion de Recuerdos y Hallazgos Extranos. VII Es un lugar de aspecto deprimente. No parece el mejor sitio para construir una cabana, y supongo que por eso la abandonaron. Padre me conto una vez que, en tiempos de los antepasados de Meunier, vivia en ella el jefe de jardineros. La casa me resulta espeluznante, porque es una replica exacta de la nuestra y hasta tiene una herradura clavada sobre el dintel, si bien esta esta oxidada y, desde luego, no puede decirse que le haya traido mucha suerte. No queda en las ventanas ni un pedacito de cristal. Por la de la salita, asoman las ramas de un fresno. Han desaparecido algunas tejas, arrancadas para reparar otras construcciones de la finca. Sin duda esto es obra de padre: no soporta ver como se desperdician cosas utiles. Las que quedan estan manchadas de caca de pajaro y cubiertas de musgo, por lo que la casa no parece construida por manos humanas, sino alzada del suelo por el hechizo de un brujo malo.

Este sitio desprende olor a vater, mezclado con la peste de algo aun mas repugnante. Ojala me hubiera traido el abrigo. Hace mucho fresco en el Bosque de la Memoria, pero el sitio al que voy estara muy sucio, frio y oscuro. Entorno los ojos y observo el claro por ultima vez. Veo arboles que gotean, helechos enredados, un cielo metalico que cuelga como la hoja de una guillotina. Cerca de la puerta principal de la casa hay una zona mas clara, como si hubieran removido recientemente las hojas muertas. La ultima vez que estuve aqui, estoy casi seguro de que vi junto a la entrada una caja de madera llena de herramientas viejas. Ya no esta, pero no hay ninguna marca en el suelo que indique donde estaba. Puede que no me acuerde bien. Puede que no dejara huella. Un grito rompe el silencio. Desde la rama de un arbol situado al otro lado del claro me mira una urraca con sus ojos brillantes. Recuerdo la vieja cancion infantil: Una para la tristeza. Doy una palmada y la urraca agita las alas, aunque no levanta el vuelo. Instantes despues, suena un chillido a modo de respuesta.

Alzo la vista al tejado hundido y veo otras dos aves. Una para la tristeza, dos para la alegria, tres para una chica. Unas garras de hielo trepan por mi espina dorsal. Nunca me han gustado las urracas. Una vez vi a un ejemplar adulto sacar a rastras a tres crias de herrerillo de su nido. Las mato a todas antes de que pudiera espantarla. Enterre a los polluelos junto a nuestro arbusto de laurel y fabrique una cruz con dos palitos de piruleta y un trozo de alambre. Lo peor no fue presenciar la muerte de los polluelos ni tener que recoger sus cadaveres de la hierba: fue ver a los padres regresar a un nido vacio y dar saltitos de un lado a otro, confusos, buscando a sus crias. Uno de ellos bajo incluso hasta posarse sobre la cruz. Llore y llore. Cuando llego padre y quiso saber que me pasaba, ni siquiera fui capaz de mirarle. Hay cosas que es mejor no compartir. Ademas, padre jamas entenderia algo asi. Aparto el recuerdo de mi mente y me acerco despacio a la casa, esquivando su mirada vacia. No tardo en alcanzar la zona de tierra revuelta, a pocos metros de la entrada.

Las hojas removidas brillan como el vientre blanquecino de una babosa. Me pregunto si alguien habra cavado un hoyo para atrapar a fisgones como yo. Puede que, bajo esa alfombra poco profunda de residuos, un trozo de arpillera clavado al suelo disimule un foso de paredes verticales. <>, las llaman en los libros de supervivencia que he leido. Algunas tienen el suelo cubierto de estacas afiladas para ensartar a todo lo que caiga dentro; otras estan vacias, y lo que cae en su interior tiene que aguardar el regreso del trampero para saber que es lo que le espera. Siempre pienso que la peor opcion es que el trampero no regrese jamas y que la victima muera de hambre o de sed sabiendo lo cerca que esta la salvacion. Una vez, Annie la Maga me conto un cuento horrible sobre un papa zorro que salio a cazar la cena de su familia y cayo en una trampa. La mama zorra trato de rescatarlo arrojandole una cuerda, pero, mientras tiraba de el, sus pies resbalaron y tambien se precipito dentro. Al enterarse de lo ocurrido, los cinco hijos formaron una cadena zorruna para rescatar a sus padres. El hijo mayor abrio la boca y clavo los dientes en el tronco de un arbol mientras sus hermanos bajaban al agujero. La mama zorra empezo a subir, y estaba a medio camino cuando el papa zorro comenzo a seguirla. Todo ese peso fue demasiado para el hijo mayor. Sus dientes se soltaron del arbol y su familia entera cayo en el agujero. Espero al borde del foso durante cinco dias, viendo morir a sus padres y hermanos, y luego murio tambien; no de hambre ni de sed, sino de pena. Nunca he encontrado esa historia en un libro, asi que me pregunto si Annie la Maga se la invento.

Muchas veces he intentado imaginar lo que ocurriria si yo me cayese en una trampa asi. Padre podria sujetarse al arbol, pero, con madre como unica ayuda, ?como bajarian lo suficiente para rescatarme? No vale la pena darle vueltas ahora. No hay ninguna trampa debajo de esas hojas. Me estoy perdiendo en dilaciones, o sea, aplazando algo que no quiero hacer pero debo hacer sin falta. Con los ojos cerrados para calmarme, cuento hasta diez y luego hacia atras, hasta llegar a uno. Vacio los pulmones y respiro hondo. Luego abro los parpados de golpe. Curiosamente, la casa parece estar mas cerca, como si se hubiera movido con cautela para acercarse un poquito mientras tenia los ojos cerrados. Meneo la cabeza, disgustado. --Mentecato --murmuro--. Mentecato melodramatico. En el tejado, una de las urracas grazna y agita las alas. Me deslizo hacia la entrada. La puerta, hinchada en su marco, se ha atascado a medio abrir, revelando un estrecho rectangulo de oscuridad. Espero unos momentos en el exterior, haciendo acopio de valor.

Despues entro. VIII Aqui dentro utilizo el olfato mas que la vista, como si al cruzar el umbral me hubiese transformado en una especie de sabueso. La casa se revela en una amalgama de olores distintos: moho y oxido, yeso humedo y cenizas mojadas, cortinas podridas, yeso supurante, madera picada. Por encima de ellos estan las fragancias imaginarias de una epoca anterior: humo de lena, beicon colgado, pan recien horneado con aroma de levadura. Tan dentro del bosque nunca existio posibilidad alguna de contar con electricidad o gas. Los ocupantes recogian el agua del pozo que esta cerca del lago Falanges. Se alumbraban con velas de sebo y lamparas de aceite refinado a partir de pescado, queroseno o mostaza. Al menos eso dice padre. Ahora, mientras viejos fantasmas me hacen cosquillas en la nariz, me adentro en la ruina. La distribucion, identica a la de la casa de mis padres, resulta perturbadora. Tengo la sensacion de haberme catapultado hacia alguna fecha futura y de estar viendo nuestra casa con el aspecto que tendra despues de un cataclismo: una invasion alienigena, una plaga de zombis o una guerra nuclear. El papel se ha desprendido de las paredes como piel vieja, dejando al descubierto un yeso manchado de hongos negros. Junto a las escaleras hay una comoda de madera noble cubierta de marcas, flanqueada por una hilera de latas de gasolina oxidadas. En uno de sus huecos veo un monton de palos que me recuerda a una muneca de mimbre rota, pero que debe de ser el nido vacio de algun pajaro. A mi izquierda se encuentra la salita.

Dentro veo el fresno, tan extrano y fuera de lugar que apenas parece real. Las ramas superiores ejercen presion contra el techo. Solo es cuestion de tiempo que lo atraviesen. Mientras recorro el pasillo hacia la cocina, mis pisadas suenan desconectadas, como si estuvieran proyectando mis movimientos en una vieja pantalla de cine y hubiese un desfase entre las imagenes y el sonido. Por un momento me pregunto si realmente estoy aqui, pero tendria que estar muy loco para inventarme una situacion asi y situarme en su centro. <> Eso me ha preguntado uno de los policias en la sala de interrogatorios. Pero esta no es mi casa, sino un sucio reflejo de ella. Entro en la cocina y me repito esas palabras a mi mismo. Esta no es mi casa. IX Esta no es mi cocina. No oigo el ruido del frigorifico ni el tictac del reloj de pared. La hiedra la ha invadido desde fuera, deslizandose por el techo como un sarpullido. A pesar de las ventanas rotas y del aire que se mueve con libertad, noto un olorcillo que no estaba antes. No es desagradable, pero me pone muy nervioso. La brisa agita las hojas de hiedra con un susurro y el olor desaparece.

Veo a la derecha la puerta de la despensa. Cuando giro el pomo, no suena un chirrido de pelicula de terror. Tampoco rechinan las bisagras cuando la abro. La oscuridad de una cueva reina en el interior. Me saco la linterna del bolsillo y la enciendo. El debil y amarillo haz de luz, que parpadea al mas leve movimiento, ilumina un suelo de baldosas rotas y unas telaranas que cuelgan como trapos. Hacia el fondo, mas alla de unos estantes que contienen varios frascos olvidados de conservas, se halla un cuadrado de un negro puro que devora toda la claridad. Es la entrada del sotano donde la encontre y donde espero que siga estando. X Es ahora cuando de verdad necesito ser valiente. Las comisarias de policia y las trampas no son nada en comparacion con esto. Siempre me han dado miedo los espacios reducidos, y a menudo sueno que me quedo atrapado bajo tierra. Aunque estas paredes son bastante solidas, el fresno de la salita ha deformado el techo. Si se derrumba la casa mientras estoy en el sotano, ?quien sabe si sobrevivire el tiempo suficiente para que puedan sacarme? Padre vendria a buscarme, asi que no me preocupa morir de hambre o de sed, pero ?cuanto aire necesitaria? ?Y como aguantaria una vez que se agotaran las pilas de la linterna? Voy hasta la entrada del sotano arrastrando los pies y comienzo a bajar los peldanos, unos bloques de piedra resbaladizos por la humedad. A medio descenso, la escalera cambia de sentido. Percibo con mas fuerza un olor algo mas limpio entre tanta descomposicion.

Pronto llego al fondo. El suelo aqui es desigual, en parte tierra y en parte roca solida. En un rincon se halla un barril metalico tan anaranjado por el oxido que ha empezado a desmoronarse. Lo dejo atras y llego de pronto a la barrera que separa esta mitad del sotano de lo que se encuentra al otro lado. .

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