LIBRO DOMA, LUCHA DE SUMISION PDF GRATIS

C aliente, espumoso...asi era mi cafe: algo irresistible para mi paladar. Tanto como el hombre que todos los dias me lo servia con una sonrisa ladina que humedecia mi sexo sin poderlo evitar; Jared. Sabia su nombre por la placa que llevaba colgada en su uniforme, ese que hacia que me pusiera a jadear como una obsesa. No tenia ningun detalle en especial; camisa blanca, delantal negro con el nombre de la cafeteria y pantalones de pinza del mismo color. Pero Jared hacia del tan visto atuendo, algo tan especial que conseguia ponerme como una moto. --Aqui tienes la cuenta, preciosa. Me sonrio como solo el sabia hacer, ladeando la comisura de sus labios de forma que en vez de sonreir con amabilidad, lo hacia con toda la intencion de excitarme. Sabia que se lo hacia a todas porque nunca lo perdia de vista y eso no me gustaba. Yo queria ser mas que el resto. Ser el centro de toda su atencion. --Quedate con el cambio --le respondi antes de que se marchara con mi dinero del cafe y lo sorprendi cuando le lance mi mejor sonrisa seductora. No era la primera vez que lo hacia. Desde que tres anos atras comence a trabajar en Carpe Diem S.L visitaba esa cafeteria a la hora del almuerzo. Estaba justo enfrente de las oficinas de la empresa en la que ejercia de subdirectora de Marketing, pero solo hacia dos meses que habia nacido mi creciente obsesion por el y lamentaba no saber cuanto tiempo llevaba trabajando en el lugar.

Hacia que mis bragas se humedecieran sin pretenderlo. Debia medir un metro ochenta y cinco y tenia el culo un tanto respingon. No era un hombre que diera el tipo de ser de los que se matara en el gimnasio, pero si tenia pinta de tener unos buenos brazos escondidos bajo el uniforme y el abdomen adornado por un sexteto de onzas de chocolate. Me encantaria probarlas. Y por que no, saber si seria tan bueno en el sexo como aparentaba a simple vista. Llevaba el pelo corto peinado hacia atras con una especie de tupe muy de moda en los tiempos que corrian. Parecia el tipico hipster, aunque tenia la sensacion de que en su interior escondia un lado macarra, casi sadico, el cual hacia que mi radar se activara con ganas de hacer funcionar mi cuerpo. Estaba caliente, demasiado... y hacia mucho que no tenia a un sumiso al cual complacer en mi mazmorra durante horas, para despues, sumergirme en una voragine de sexo que satisficiera todas y cada una de mis necesidades. Sali de la cafeteria convencida de que alguien me seguia con la mirada y volvi a la oficina segura de que durante los proximos dias haria todo lo posible por seducirlo. Necesitaba llevarme a Jared a la cama. Cuanto antes. No aguantaba la tension sexual que nos envolvia en cada uno de nuestros encuentros y a pesar de no haber tenido ninguna conversacion con el, presentia que no haria falta para conseguir mi objetivo. Una mujer como yo tenia las cosas muy claras y si algo se me metia en la cabeza, no paraba hasta conseguirlo. Llegue a mi despacho y camine directa hasta mi bano privado. Estaba acalorada y a pesar del sensual maquillaje que cubria mi rostro, necesitaba mojarlo un poco.

Mis ojos verdes brillaban con la intensa luz blanquecina del bano. El maquillaje apenas se estropeo con el agua y la sombra negra que los cubria estaba intacta, al igual que el rojo de mis labios. El rubor de mis mejillas estaba mas acentuado de lo normal en comparacion a la palidez de mi piel. Recogi la larga melena negra azabache en una cola alta de caballo y volvi a mi despacho dispuesta a dejar de cavilar sobre Jared. Era solo pensar en su nombre y un subito calor recorria todo mi cuerpo. Me estremecia. --Jared --lo nombre en voz alta. Quiza tenia incluso cara de morbosa con ganas de follar. Cuando alguien se metia en mi mente me volvia una autentica acosadora de pensamiento. Fantaseaba con todas las posibilidades para atraerlo hasta mi durante cada minuto del dia desde el instante en que se metio en mi cabeza. Atraia a mi victima de forma concienzuda, ya que no a todos los hombres les gustaba mi forma de jugar. Muchos huian despavoridos en cuanto les hablaba de mis fantasias mas ocultas, y otros acababan sobrepasando los limites que ni ellos mismos comprendian. No conocia a Jared en profundidad, pero tenia el presentimiento de que el me comprenderia. --Senorita Davids, tiene una llamada --comunico Charles, mi secretario de metro noventa de altura, veinticinco anos, moreno y con un cuerpo esbelto y sensual. Si, era un hombre de lo mas atractivo.

Yo misma me encargue de seleccionarlo cuando me ascendieron en la empresa. Nunca sabia quien podia ser mi proxima presa. No obstante, intentaba mantener apartada esa parte de mi en el trabajo. Habia cosas que era mejor no sacar a la luz cuando de sexo se trataba. --Gracias, Charles --le dije con una sonrisa y descolgue el telefono para a continuacion recibir la llamada que estaba a la espera. --Buenos dias, senorita Davids, soy Henry. --Encantada de hablar con usted --lo salude con amabilidad. Henry era uno de nuestros clientes mas importantes. Su negocio de moda era uno de los mas importantes de Londres y mi departamento se encargaba tanto de promocionar su empresa, como de disenar los catalogos online y fisicos que se repartian por toda la zona. Me felicito por nuestro ultimo trabajo y me comento que las ventas habian crecido desde entonces, cosa que me enorgullecio. Tras una larga charla en la que le comente las nuevas ideas que mi equipo y yo habiamos planeado para el, colgue el telefono abri la pantalla de mi ordenador portatil y continue con lo que habia dejado a medias antes de salir a almorzar. Me centre en llevar a cabo mi trabajo como mejor sabia, revise los ultimos catalogos de nuestra revista de moda y viajes en la que promocionabamos a nuestros clientes y nuestros propios negocios y termine todo lo pendiente justo para irme a casa. Recogi mi bolso, baje mi falda de tubo, que al estar sentada se habia enrollado hacia arriba, y sali por la puerta. --Hasta manana, Danielle --se despidio de mi Patrick, el baboso de mi jefe. Le respondi con una falsa sonrisa a la que le tenia muy bien acostumbrado.

Decir que habia intentado seducirme era un eufemismo de lo que ocurrio en realidad. A ojos de la gente y en mi vida diaria, mantenia ocultos mis apetitos sexuales y actuaba como cualquier otra persona. Obviamente, una cosa no quitaba la otra. Siempre iba al trabajo vestida con un traje de falda de tubo y camisa blanca con unos cuantos botones abiertos. No era para ensenar las curvas que formaban mis pechos, simplemente era mi estilo a la hora de vestir; elegante, pero sensual y eso hizo que Patrick, en alguna ocasion, malinterpretara aquello como un posible intento de flirteo por mi parte. Asi que de pronto un dia su mano se escapo para palpar mi trasero con toda la confianza del mundo. Recuerdo a la perfeccion mi reaccion, y eso que fue tres anos atras: Me gire a camara lenta con mirada furibunda. Sin ni siquiera darle tiempo a pedirme disculpas, lo agarre de los genitales con fuerza y se los estruje hasta que grito como una nenaza. --?Pero que haces? --grito en medio del pasillo donde se ubicaba la maquina de cafe. Tuvo suerte de que estuvieramos solos. Hubiera sido todo un espectaculo que los trabajadores de la empresa vieran a su jefe en aquella situacion. --Pense que despues de sobarme el culo sin una orden explicita, yo estaba invitada a hacer lo mismo con tu polla. Disculpame, jefe --expuse con sarcasmo sin soltarle los huevos. Tras ver el dolor en su mirada decidi soltarlo a pesar de que me hubiera gustado hacerle sufrir un poco mas. Y sin decir ni una palabra al respecto, se marcho mosqueado en un intento de recuperar la dignidad que acababa de perder.

Al principio temia que hiciera algo para que me echaran, pero pasaron los dias y lo unico que note era como Patrick huia de mi o me saludaba con inusitada rapidez. Mas le valia no volver a hacer aquello sin mi permiso. Al fin y al cabo, tenia todas las de perder. Me consideraba una ganadora. Siempre. Costara lo que costase, conseguia lo que queria. Me levante sudorosa en la comodidad de la cama de matrimonio de mi casa del centro de Londres. Estaba mas ansiosa de lo que creia, dispuesta a dar un paso mas en mis propositos con respecto a Jared. Pase mas tiempo del habitual arreglandome en el bano. Pretendia dejarlo sin aliento, que quisiera tirarse encima de mi nada mas verme y fusionarse con mi cuerpo sin descanso bajo una tortura de lo mas placentera. Pero debia ir a trabajar. Mi maquillaje era mas marcado que lo habitual, con un delineado alargado que convertia mis ojos verdes en los de una pantera peligrosa. La falda de tubo era mas corta que las que llevaba normalmente y la camisa blanca era casi trasparente y a traves de ella se podia ver el encaje de mi sujetador rosado. Y como colofon, unos zapatos negros de charol de tacon de vertigo. No obstante, en el trabajo, me cubriria con una americana para no recibir miradas indiscretas.

Estaba preparada para comerme el mundo. Baje en el ascensor de mi edificio. Vivia en un atico moderno de unos ochenta metros cuadrados, a tan solo unas diez manzanas de mi lugar de trabajo en el centro de Londres, practicamente al lado del puente principal de la ciudad. Entre en el parking para coger mi pequeno Smart de color negro para llegar cuanto antes. Las primeras horas en el trabajo se me hicieron eternas, el reloj parecia ir en mi contra, y cuanto mas se acercaba la hora del almuerzo, mas me atenazaban los nervios. Sentia como si mis hormonas adolescentes hubieran vuelto y ya hacia mas de una decada desde que tal efusividad desaparecio. Tenia veintinueve anos. Una carrera de lo mas prospera y mis pensamientos estaban solamente relacionados con el sexo y un hombre al que ni siquiera conocia de verdad. Mi reloj dio al fin las doce de la manana, y con mas rapidez de la habitual, recogi mis cosas para bajar a la cafeteria. Era viernes, estaba muy llena, asi que localice un sitio de la zona en la que servia Jared y me sente a esperar, deseosa por verle de nuevo. No tardo en aparecer mas que unos segundos. Mis ojos se deleitaron brevemente entretanto se acercaba con un paso que me parecio mas lento al habitual, mientras contoneaba brevemente las caderas. --Buenos dias, preciosa, ?Que tomaras hoy? --pregunto con su simpatia habitual. Ya solo su tono de voz, grave, tenido por un halo de sensualidad oscura que activaba todas las terminaciones nerviosas de mi cuerpo, se me secaba la boca. ?Seria consciente del encanto que desprendia cuando me hablaba? ?Lo haria de la misma forma con todas? Esa ultima pregunta conseguia cierto malestar en mi porque cada dia veia como sonreia a la mayoria de mujeres a las que atendia.

--Un cafe solo y un pedazo de ese Coulant de chocolate de ahi --le sonrei. Agrave mi voz y alargue las palabras sobre todo al pronunciar en perfecto frances el nombre del postre. Pretendia hechizarlo, atraerlo hasta mi. El era Caperucita Roja y yo el lobo feroz que se lo comeria de la mejor forma que sabia. No dejaria ni las migajas. Lo meteria entero en mi boca despues de que el me saboreara de arriba abajo y me diera orgasmos hasta el desmayo. Un plan genial y que nada mas pensarlo carbonizaba mi ropa interior. --Hoy te veo golosa. --Volvio a sonreir de lado y aguante estoica para no sonrojarme como una adolescente hormonada. ?Que me pasaba? .