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Autor de la obra
Este autor, STEPHANIE LAURENS , es reconocido dentro de esta rama sobre todo porque tiene más de un libro por los que es reconocido a nivel nacional, pero asimismo fuera de nuestras fronteras.
Es un gran conocedor de la temática, por eso entre los géneros literarios que normalmente acostumbra escribir está/n 2020 LITERATURA Y FICCION ROMANTICA .
¿A qué categoría/s pertenece esta obra?
Esta obra puede clasificarse en cantidad de categorías, pero una de las más esencial es:
2020 LITERATURA Y FICCION ROMANTICA
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Resumen de CUMPLIENDO SU DESTINO
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Tras escapar milagrosamente de la muerte, Malcolm Sinclair hizo desaparecer al infame hombre que habia sido para reinventarse como Thomas Glendower. Su intencion era intentar corregir los errores de su pasado. Sin embargo, jamas imagino que la penitencia fuera a llegar a traves de la misteriosa dama a la que habia descubierto habitando en su aislada mansion. Rose tenia una explicacion logica para su presencia, junto con sus hijos, en la casa de Thomas, pero enseguida se dio cuenta de que ese hombre era demasiado inteligente para que alguien pudiera enganarlo. Revelarle la verdad seria tremendamente peligroso. Sin embargo, dia a dia, el consiguio ganarse su confianza, y luego su corazon. Pero los enemigos se acercaban y Rose no tuvo mas remedio que acudir a Thomas, el unico hombre que podria protegerla a ella y a sus hijos. Y, al pedirle su ayuda, Thomas al fin comprendio el verdadero proposito de su propia vida y, con absoluta entrega, se dispuso a hallar su redencion de la unica manera que podia: viviendo la realidad de amar a Rose.
Más información sobre el libro
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Resumen del libro
1833 Costas de la bahia de Bridgewater, Somerset Dolor. Atroz, despiadado, aranaba sus sentidos y desgarraba su mente con sus garras de dedos de fuego. La agonia lo quemaba todo, cegadoramente brillante, en sucesivos relampagos que devastaban, erradicaban toda capacidad para pensar, para saber, incluso para recordar. Muerte. La habia elegido, aceptado, le daba la bienvenida. Era un sufrimiento innecesario, el tormento que lo conducia por el camino hacia el infierno. Pues no merecia otra cosa. No podia moverse, no sabria decir siquiera si su cuerpo seguia alli, si el aun lo habitaba. Su mente perdio su ultimo asidero y se desmorono, el pensamiento consciente era una cinta que se alejaba flotando lejos de su alcance. Poco a poco, golpeado por la arremetida del constante dolor, sus sentidos, tambien, empezaron a fallar. A enredarse. Y entonces... Frente a el estaba el olvido, un inmenso vacio de nada hacia el que se hundia. Mas alla encontraria las llamas del infierno, de la condenacion eterna. Espero. --Hermano Roland, !mira! Roland, responsable de la enfermeria del monasterio de Lilstock, sofoco un suspiro y se aparto del enredo de algas que estaba recogiendo.
Como de costumbre en esa epoca del ano, se llevaba con el a los novicios mas jovenes para que lo ayudaran a cosechar el botin medicinal que proporcionaba el mar. La tarea habia que realizarla cada semana y se alegraba de poder contar con su ayuda, aunque en ocasiones se preguntaba si los beneficios merecian la pena. Los jovenes novicios se distraian muy facilmente. Convencido de que iba a tener que enfrentarse a alguna oveja errante o, quizas, identificar alguna especie rara de ave, Roland levanto la cabeza y miro hacia la playa. Lo que vio fue al grupo de novicios bajando a toda prisa por las dunas, directos hacia un monton de trapos mojados y revueltos, que el mar habia escupido de algun naufragio, sobre la aspera arena. Roland se fijo mejor en los trapos. Llevaba una decada en el monasterio que habia en la orilla sur, sobre la bahia del canal de Bristol, y supo enseguida que era ese monton de trapos enredados. --!Esperad! La orden vociferada hizo que todos se detuvieran en seco. Ninguno se habia acercado a menos de dieciocho metros del cuerpo. Todos se volvieron perplejos hacia el. Roland los ignoro. Con el habito volando al viento, bajo agilmente la duna sobre la que habia estado trabajando. Por el bien de los aun inocentes novicios, seria mejor que el fuera el primero en ver ese cuerpo. Solo el Senor sabria en que estado iban a encontrarlo. El canal era una de las rutas navieras mas concurridas del mundo.
Los capitanes debian enterrar a sus muertos antes de entrar en Bristol y, en ocasiones, las tormentas les impedian hacerlo en alta mar. De modo que los susodichos capitanes celebraban el ultimo rito en cuanto se adentraban en las aguas mas calmas del canal. Pero el canal, aunque profundo, estaba lleno de fuertes y rapidas corrientes. Y los cuerpos solian aparecer con regularidad en las costas del sur. Aparte de la inclinacion, que proporcionaba su fe, de que todos los cuerpos fueran tratados con el debido respeto, tambien habia que tener en cuenta el riesgo de enfermedades. Y, sobraba decir, el enterramiento legitimo no era la unica razon por la que un cuerpo era escupido a la orilla. Corriendo por la arena, las botas resbalando sobre los granos, Roland estudio el arrugado monton de tela mojada, traje oscuro con un destello de marfil sucio, y se pregunto si el cuerpo perteneceria al segundo caso. Para cuando se agacho junto al cuerpo estaba seguro de que efectivamente era asi. Para empezar, el hombre, pues se trataba de un hombre, era casi seguramente ingles. Cabello rubio, aplastado y empapado, pero a pesar de todo bien cortado, pegado a una amplia frente y mejillas que sin duda habian sido angulosas y rectas, sello distintivo de la aristocracia. Sin duda ese hombre era de noble cuna. Sin embargo... Los ojos experimentados revisaron el imposible enredo de unas extremidades que sin duda habian sido elegantes, dibujando angulos imposibles, y los huesos, tambien retorcidos obligados a mantenerse en posiciones que no podian, no debian, existir. Roland sintio nacer algo en el, lastima, horror, descarado espanto. ?Que clase de tormento habia sufrido ese hombre? El hombre estaba doblado por el estomago, la cabeza vuelta hacia el mar, los hombros descuadrados, la columna torcida, los brazos y piernas colgando como ramas muertas. Roland contemplo el lado visible del rostro.
Sin duda en una ocasion habia sido hermoso, pero en esos momentos se le veia maltrecho, la piel palida, con el plomizo color de la muerte. A ese hombre lo habian destrozado, horriblemente, totalmente, antes de ser reclamado por la muerte. Roland dibujo la senal de la cruz en el aire, murmurando instintivamente una oracion por su alma. Estaba a punto de volverse para empezar a dar ordenes a los novicios cuando un susurro sibilante proveniente del mar le hizo detenerse. Una hola, mas grande que las anteriores, llego a la orilla. La marea comenzaba a subir. La ola alcanzo al hombre, rodeando su cuerpo, lamiendo las ropas empapadas. El agua se elevo lo suficiente como para cubrir brevemente los cuarteados labios y la nariz. Roland no vio ningun motivo para impedirlo. Pero de repente vio unas finas burbujas escapar de la boca del hombre. --!Dios santo! --exclamo mientras se ponia en pie. El corazon galopaba frenetico. Pero era el encargado de la enfermeria. El mar se retiro. Roland se volvio bruscamente hacia los novicios, reunidos en un grupo de curiosos a unos quince pasos de el.
--Tu... Godfrey --Roland senalo al joven mas enjuto y fuerte del grupo--. Regresa corriendo al monasterio y trae la camilla. Ned y Will, vosotros id tambien con el, y traed mi maletin, y la bolsa de tablillas y vendajes. En marcha. Ya. !Y corred! No le hicieron falta mas exhortaciones. Los tres muchachos salieron disparados como liebres, corriendo y saltando sobre las dunas, camino del monasterio en lo alto. Volviendose hacia el desconocido, Roland se pregunto si estaria haciendo lo correcto, si existia alguna posibilidad, si tenia algun sentido. Si el resultado mereceria la pena. Pero era un hombre de Dios y no tenia eleccion. Tenia que intentarlo. El hecho de que no hubiera ninguna garantia de que el hombre fuera a vivir no tenia nada que ver. Tambien era irrelevante el que viviera. Sin duda ese hombre no le iba a agradecer haberlo rescatado y llevado de vuelta a una vida de infinito dolor y miseria. El hombre habia sido literalmente arrojado a sus pies, una ruina, pero vivo.
No se trataba de una cuestion que el pudiera juzgar o cuestionar. Era el responsable de la enfermeria y sabia lo que debia hacer. Sobre el recaia la tarea de salvar esa vida. Concentrandose en ello, Roland hizo una rapida valoracion antes de soltar el aire. --No quiero arriesgarme a levantarlo hasta que hayamos estabilizado sus piernas --anuncio en beneficio de los novicios. Para eso queria las tablillas y los vendajes. Hizo un rapido repaso mental de cuantas tablillas habia en la bolsa y como usarlas--. Ben y Cam, ?habeis traido vuestros cuchillos? Los dos muchachos asintieron. --Bien --Roland senalo hacia la playa--. Hay un arroyo que discurre paralelo al mar. Seguidlo un trecho corriente arriba y llegareis a unos lechos de juncos. Cortad y traed todos los juncos que podais, lo mas rapido posible. --Si, hermano Roland --contesto a coro la pareja antes de marcharse a la carrera. --Brian y Kenneth, recoged nuestras cestas y apiladlas a lo largo del camino al monasterio. Las recogeremos luego, de regreso.
Despues, volved aqui. --Si, hermano Roland. Roland se volvio hacia los seis muchachos restantes. --Todavia no podemos moverlo, pero debemos mantenerlo alejado del agua todo lo posible. Por tanto hay que construir un muro de arena para contener la marea hasta que los demas lleguen con los suministros y yo pueda colocarle los vendajes. Asi que... No tuvo mas que senalar hacia donde. Los novicios seguian siendo lo bastante jovenes como para disfrutar construyendo un muro de arena. Pensaba que ya habria atravesado las puertas del infierno, pero no. El dolor continuaba. Estoicamente, encerrado en lo mas profundo de una mente que, sorprendentemente, aun existia, aguantaba. Espero. Inmovil. A que la muerte lo reclamara. Mientras la agonia continuaba. Aun asi permanecio.
Regresando fugazmente a la consciencia de vez en cuando. Distantemente consciente. Aunque de que, no tenia ni idea. Poco a poco comprendio que seguia en el mundo de los mortales. Comprendio que su cuerpo fisico aun existia, si bien bajo la unica forma de un sordo dolor. Comprendio que su mente, atrapada en una cabeza que realmente no sentia, seguia funcionando. Vivia. Todavia. Por que, no se le ocurria. El dolor se habia mitigado, no tanto desaparecido como convertido en parte integrante de su ser. Una parte integrante de su nuevo ser. Si su existencia, si esa no muerte, continuaba, llegaria un momento en que tendria que mover los ojos y averiguar que habia sucedido, pero, como el resto de su cuerpo, los parpados tampoco parecian estar realmente alli, no eran entidades fisicas que pudiera gobernar. De modo que espero. A lo que sucediera a continuacion. Por fin fue capaz de abrir los ojos.
Solo una fraccion, pero la luz resultaba cegadora, de modo que los volvio a cerrar rapidamente. Habia alguien alli, alguien que, comprendio, habia estado alli a menudo, alguien a quien habia sentido incluso a traves de la nebulosa de dolor. Y ese alguien lo habia visto. Sus labios agrietados entraron en contacto con agua fresca. El los abrio y sintio el reguero de agua deslizarse por su garganta, una sensacion inimaginablemente intensa. Sus sentidos, tanto tiempo dormidos, tanto tiempo sin utilizar, despertaron bruscamente a la vida. --?Puedes oirme? De modo que su oido tambien funcionaba. La voz era grave, masculina, resonante, el tono tranquilizador, preocupado. Pero solo consiguio batir las pestanas a modo de respuesta. --Tu nombre. Si lo recuerdas, si consigues pronunciar palabra, no te pido mas. Su nombre... iban a necesitar uno para grabar sobre su lapida, por supuesto. Pero el hombre que habia sido estaba muerto, incluso para el. Y ni siquiera muerto deseaba yacer bajo el nombre de esa persona. Rebusco en su mente, entre los recuerdos.
Poco a poco el pasado empezo a definirse. Los recuerdos se solidificaron, lo que habia hecho el hombre muerto, lo que habia sucedido, y todo lo que habia sucedido anteriormente en su vida... Habia otro nombre, un alter ego que habia creado hacia mucho tiempo y que habia utilizado intermitentemente hasta el final. Habia matado al hombre que habia sido, pero ese otro... se habia olvidado de el. Dado que se estaba muriendo, y dado el peso de sus pecados, no esperaba otro resultado, ?quizas el destino estuviera ofreciendole la oportunidad de atar hasta ese cabo suelto? Nada como un buen plan. --Thomas --contesto con voz ronca, mas dura de lo que la recordaba, los tonos dulces arruinados por su calvario. Respirar hondo para poder hablar le exigia un considerable esfuerzo, y multiplicaba el persistente dolor. Sin embargo, al sentir que el hombre se acercaba a el, se obligo a humedecerse los resecos labios y hablar con mas claridad--. Thomas Glendower. El dolor le lacero un costado, la oscuridad envolvio su consciencia y se dejo arrastrar por la marea. --?Vivira? --el prior Geoffrey, un anciano de cabellos grises, poso una mano sobre el hombro de Roland. En la diminuta celda al final de la enfermeria, sentado sobre una banqueta junto al estrecho camastro sobre el que el hombre al que habian rescatado llevaba semanas postrado, Roland levanto la mirada y contesto con sinceridad. --No puedo decirlo, pero, dado que sigue vivo, padeciendo todo esto --senalo los numerosos entablillados, marcas externas de la larga lista de tratamientos que habia tenido que administrar para recomponer a ese hombre y arreglar todo lo que habia podido--, tengo que suponer que se recuperara, al menos todo lo posible. Roland poso la mirada sobre el rostro del hombre herido y respiro hondo antes de verbalizar el asunto con el que batallaba su conciencia desde que lo encontrara en la orilla. --Sigo sin saber si he hecho lo correcto, si salvarlo era lo que debia hacerse. El prior Geoffrey no contesto de inmediato, pero sus largos dedos se cerraron sobre el hombro de Roland.
--Nosotros no conocemos los designios del Todopoderoso, hijo mio. Si Thomas Glendower vive, al menos tu podras estar seguro de haber procedido como debias hacer. Roland esperaba que eso fuera cierto. Inclino la cabeza en senal de aceptacion y no pronuncio una palabra mas. Thomas estaba sentado en el banco en el jardin de la enfermeria de la abadia de Lilstock, la fachada de piedra calentandole la espalda, y contemplo sin ver la gran abundancia de plantas que llenaban los ordenados arriates. Sentia el sol sobre la cara, sentia la ligera brisa de verano. Olia el denso aroma de la tierra recien removida y el olor punzante de la fruta madurando en el huerto cercano. Oia los suaves golpes y grunidos de los dos monjes que trabajaban en el jardin, oia el trino de los pajaros en los arboles. Aunque tenia un parpado caido, y el ojo jamas volveria a su estado ideal, habia recuperado una vision normal en ambos ojos y podia seguir el rapido vuelo de las golondrinas que cruzaban la extension azul del cielo. Sin embargo, no estaba seguro de si eso, la recuperacion de sus sentidos y facultades, seria a la postre una bendicion o una maldicion. Habian pasado meses desde la muerte del hombre que habia sido. Pero seguia vivo, algo que le resultaba incomprensible. Habia estado mas que preparado para marchar, para dejar el mundo para siempre. Para librar al resto del mundo de su continua presencia. Pero eso, al parecer, no iba a suceder.
Segun el hermano Roland, el encargado de la enfermeria, el hombre que lo habia cuidado, que lo habia salvado y que habia evitado que el que era en ese momento muriera, estaba mejorando y seguiria haciendolo con el tiempo. Podia moverse con ayuda y era capaz, al fin, de pensar. Todavia sufria un dolor constante, pero aunque lo sentia, ya no le prestaba atencion. El dolor se habia convertido en su companero inexorablemente insistente y dado que no le hacia caso, ya no le distraia, ya no interferia en su capacidad para funcionar. Oyo pisadas sobre la grava y por la firmeza del paso supo quien se acercaba antes de que Roland apareciera bajo el arco del patio del priorato. Roland miro a su alrededor, descubrio a Thomas y se acerco al banco. Thomas consiguio ofrecerle una sonrisa torcida y espero mientras Roland, que le habia correspondido al saludo con una inclinacion de la cabeza, se recogia el habito y se sentaba a su lado. Durante varios minutos contemplaron el jardin en silencio, saboreando la tranquilidad de la escena, antes de que Roland preguntara con su habitual sencillez y sin rodeos. --?Y bien? ?Quien es Thomas Glendower? Thomas sintio curvarse sus labios. Era una pregunta esperada, y sabia que, tarde o temprano, se la iba a hacer. Y porque le gustaba Roland, estuvo preparado para ofrecerle una respuesta. Roland era la clase de hombre que Thomas reconocia, un hombre que casi con toda certeza compartia un pasado similar al suyo, pero que habia tomado un camino totalmente diferente. Habia muchas cosas en Roland que Thomas entendia y que, con su nuevo entendimiento, nacido de la muerte, era capaz de apreciar y admirar. --Naci en el seno de la baja nobleza --contesto Thomas sin apartar la mirada de la vegetacion y las flores--, pero mis padres murieron en un accidente cuando yo contaba seis anos. No tenia ningun pariente cercano, de modo que pase al cuidado de un tutor, un amigo de mi padre de elevada posicion social y economica, pero que no era una buena persona.
Bajo su tutelaje evolucione de un modo que, quizas, no habria hecho de haber sido el otra clase de hombre. Pero, dado que se suicido cuando yo llegue a la mayoria de edad, vivi enteramente por mi cuenta durante el resto de mi vida anterior. Thomas hizo una pausa para reflexionar antes de continuar, la voz rota aun gutural, pero clara. --Por aquella epoca me advirtieron que tuviera cuidado, que fuera precavido, pero, como todos los jovenes, yo creia saber mas que nadie y me dispuse a explorar todo lo que la vida podia ofrecerme. En terminos materiales, prospere, pero permaneci basicamente solo, por decision propia, pues no sentia ninguna necesidad de establecer conexiones personales. Eso, mas que nada, supuso mi caida. Porque no pensaba en los demas y cause dolor a muchas personas. Mas aun, les lleve desolacion, incluso muerte. Hice que otros murieran. Y por eso... yo mori. --?Has matado a personas? --pregunto Roland tras permanecer un rato en silencio. --Si. --?Tu mismo? Mentir era tentador, pero a Roland le debia la verdad. --No. Jamas mate a nadie personalmente, pero si hice que los mataran.
Roland fruncio el ceno y lo miro de reojo. --?Ordenaste a otros que los mataran? Habria sido mas facil mentir, reflexiono Thomas. --No --contesto mientras apoyaba la cabeza contra la pared--, pero las ordenes que di fueron la causa de sus muertes --habiendo llegado tan lejos y percibiendo la absoluta confusion de Roland, se sintio obligado a explicarse--. No fui honesto. Desee cosas, varias cosas, a lo largo de los anos, y ordene a otros que lo arreglaran, que me consiguieran esas cosas. Lo de las muertes llego al final. De haberlo pensado bien... pero no lo hice, ?entiendes? Jamas pensaba en los demas, y ese fue mi defecto. Actuaba como si mis acciones no tuvieran ningun impacto sobre los demas, pero me equivoque por completo, pues si la tuvieron. Y, cuando al fin lo comprendi, decidi acabar con aquello. --Thomas Glendower no es el nombre con el que naciste, ?verdad? --insinuo Roland tras reflexionar durante un instante. --El nombre con el que naci murio con el hombre que fui --Thomas asintio e hizo una pausa mientras se reafirmaba interiormente en lo correcto de su decision--. El hombre que fui esta muerto y resucitarlo no produciria ningun bien, y si mucho dano a otros. Y estoy dispuesto a jurarlo sobre la Biblia del prior. Roland solto una exclamacion. Thomas se limito a esperar, con una paciencia que le habian ensenado los ultimos meses, a averiguar cual seria su destino tras haber admitido los crimenes de su pasado.
Al final, con la mirada fija, al igual que la de Thomas, en el jardin, Roland se inclino hacia delante y apoyo los antebrazos sobre los muslos, juntando las manos entre las rodillas. --Durante un tiempo, sobre todo durante los primeros dias que estuviste aqui, no esperaba que fueras a sobrevivir. Tuve que romper huesos y estirar tendones para volver a colocarte las articulaciones, tuve que administrarte medicacion para evitar infecciones, tuve que mantenerte sedado para que no sintieras dolor. Tuve que estirar tu columna mientras rezaba para no matarte en el proceso. Todo ese tiempo estabas inconsciente, yo no sabia si deseabas vivir o morir. De modo que me mantuve al margen. No rece para que murieras, pero tampoco para que vivieras. Roland apreto las manos con fuerza entre las rodillas y continuo. --El prior Geoffrey tenia otra opinion. Segun el, tu supervivencia era probable, incluso estaba asegurada, porque, a sus ojos, el hecho de que hubieras sido puesto en mis manos, sobre todo en el estado en el que estabas, era una senal de la intervencion divina. --Eso no puede ser --Thomas parpadeo. --Despues de lo que acabas de contarme --Roland solto un bufido--, entiendo que pienses asi, pero... conozco a Geoffrey desde hace anos. Fue mi mentor cuando yo era novicio. Es increiblemente agudo y clarividente, sobre todo cuando se trata del projimo y sus debilidades -- hizo una pausa antes de continuar--. Estoy empezando a pensar como el.
--?Que? --sobresaltado, Thomas dejo al descubierto su cinismo--. ?Cree que, por mi intento de pagar por mis pecados, el buen Dios me ha perdonado? Roland rio por lo bajo con ironia y, volviendose hacia Thomas, lo miro a los ojos. --No, por eso no. Geoffrey cree que has sido salvado por alguna razon. Con algun proposito. Cree que Nuestro Senor tiene alguna tarea en mente para ti, algo que solo tu puedes realizar, y que has sido salvado para que puedas acometerla. Thomas vio la certeza cristalizada en la mirada de su sanador. Y, como si quisiera confirmar la intuicion de Thomas, Roland asintio. --Y, despues de lo que acabas de contarme, me siento aun mas inclinado a coincidir con Geoffrey. Da igual lo que puedas pensar, Nuestro Senor no ha terminado contigo. Thomas no sabia que pensar. Se sentia tentado a senalar que no era religioso, que ni siquiera estaba seguro de creer en alguna deidad. En el destino, quizas, pero ?en Dios? No se atrevia a reclamar esa conviccion. Sin embargo, sentado al sol, mirando a Roland a los ojos... tuvo que pensar en hacerlo, aunque elevo ligeramente un hombro, el menos danado, antes de contestar. --Bueno, sin duda ya lo veremos.
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