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LIBRO CASI ABRIL PDF GRATIS

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Autor de la obra

Rafael Salinas

Este autor, RAFAEL SALINAS, es reconocido dentro de esta rama sobre todo porque tiene más de un libro por los que es reconocido a nivel nacional, pero asimismo fuera de nuestras fronteras.

Es un gran conocedor de la temática, por eso entre los géneros literarios que normalmente acostumbra escribir está/n General.

¿A qué categoría/s pertenece esta obra?

Esta obra puede clasificarse en cantidad de categorías, pero una de las más esencial es:
General

Poco a poco más gente están decidiéndose por leer estos géneros, en los últimos años, el número de personas que adquiere libros que tienen mucha relación con estas categorías ha crecido considerablemente, hasta llegar a convertirse en uno de los géneros con más número de ventas en el mundo, y por eso mismo imaginamos que tienes interés en descargar de forma gratuita el libro.

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Nota de los lectores

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Resumen de CASI ABRIL

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Más información sobre el libro

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Resumen del libro

En mi sueno, mi madre se acercaba tambaleante para ofrecerme una copa vacia. Estaba empapada en sudor y no podia externar ninguna palabra coherentemente, como si las ideas se evaporaran al momento de pasar por su lengua. "Mama", le decia, "estas hecha un desastre". "No, hijo, esta es mi mejor version", contestaba ella, mientras acariciaba mi mejilla. Su mirada denotaba una lucidez ausente. Tenia los ojos bien posados en mi, pero comprendia que no me observaban realmente a mi. Cualquiera que fuera el fantasma que se asomaba en su vision, no era su hijo. Mi frente ya estaba retorcida y evitaba devolverle la mirada, deseando desaparecer. Y desapareci, pero el segundo acto no fue menos incomodo. Me encontraba en un inmenso salon de clases. El aula tenia un aspecto tetrico y carcelero que me recordaba a mis ultimos anos de la primaria. Mi pupitre era el unico que veia hacia los casilleros, ubicados en la parte trasera del salon. Cuando uno de mis companeros se dio cuenta, comenzo a reirse de mi. Los demas lo siguieron, todos compartian la misma cara y la misma carcajada. Naturalmente, desperte agitado.

Pense que, de haber tenido menor edad, y de haber ingerido algun liquido antes de dormir, probablemente habria mojado la cama. Ese era el tipo de pesadillas que me aterraban cuando nino. Mire el reloj y me di cuenta de que me quedaban tres horas de sueno, horas que no pensaba aprovechar, dadas las circunstancias. En aquellos casos siempre preferia evitar seguir durmiendo, e invertir mi tiempo en otras actividades. Una taza de cafe bien cargado y una dosis perfecta de distracciones me ayudarian a mantenerme despierto durante el resto de la madrugada. Me quite la cobija de encima y me levante. Toque el piso con mis pies y el frio desperto todos mis sentidos. Me gustaba andar descalzo, a cualquier temperatura. Mi abuela solia reganarme por eso --y por mil razones mas--, reganos a los que generalmente hacia caso omiso. Me asome por la ventana y note que el gran poste que iluminaba el otro lado de la calle parpadeaba incesantemente. La Condesa, como cualquier otra colonia de la Ciudad, nunca esta completamente callada, pero aquella noche era la excepcion. El silencio que reinaba la calle me estremecio. Era casi apocaliptico. Sali de mi habitacion. Inmediatamente despues del pasillo exterior, me encontre con un gran librero, herencia de mi abuelo.

A pesar de que el mueble estaba repleto de libros --clasicos, academicos, modernos, y demas--, me limite a buscar una de mis cajas de Pandora. La respuesta perfecta para vencer el sueno. Saque una delgada libreta que sobresalia entre dos enciclopedias Britannica, tomos cuatro y diecisiete --desconozco el destino del resto de los tomos, quiza los vendi en algun bazar anos atras. La portada de la libreta era color vino, aparentaba ser un libro viejo, y tenia un garabato descarado hecho con un plumon permanente, ademas del titulo Cronicas de un corazon ardiente, y mi firma, un debil intento de letra cursiva que trazaba Sebastian Torres. Claramente la reconocia. Una mezcla de curiosidad y nostalgia, probablemente propiciada por mi incomoda experiencia onirica, me hicieron tomarla. Lleve la libreta hasta la sala, donde habia un sillon personal designado especialmente para la lectura y el trabajo --o eso soliamos decir. En la parte trasera de la sala se encontraba un mueble largo, en donde mi hermana guardaba bisuteria, platos y vasos finos, y encima una elegante cava que sostenia un monton de botellas de distintos alcoholes. La idea del cafe quedo desplazada. Como habia hecho en otras noches insomnes, preferi optar por un whisky en las rocas para acompanar mi lectura. Tras dejarme caer en el trono, hojee la libreta y navegue entre distintos titulos, enumerados en romano. Lei por encima algunos de ellos. No eran malos trabajos, pero, como si de la Biblia se tratase, busque un poema que fuera una autentica revelacion para aquella noche. Escogi el numero XII, titulado Prohibido. Entre motivos te has perdido, amigo, buscas un nuevo permiso.

Has ennegrecido unos cuantos compromisos y te encuentras en un punto rodeado de occisos. Desconoces las aguas, como puedan reaccionar a tus enganosas armas... No pude continuar. Cerre los ojos con fuerza, presionando mis parpados como queriendo desaparecer aquel objeto, y agradeci para mis adentros que solo dos personas hubieran visto su contenido. Cerre el deposito de pensamientos con desden, soltando una risita seca. Casi me avergonzaba estar revisitando esos pasajes abominables. Por un momento pense que, si Dios existiese, debia estar observandome, curioso y burlon. Un linaje de escritores muertos comentaria en una mesa celestial --o infernal-- lo horrorosa que podia llegar a ser la nueva generacion. Me arrepenti de abrir ese portal. Habia sentido el impulso por hojear aquella libreta inmediatamente despues de despertar, pero en ese punto ya habia desaparecido. Sin embargo, ?que mas me quedaba? Dormir me regresaria a un mundo controlado por mi subconsciente. No era mi estado favorito. Conocia los riesgos de la falta de sueno, y aunque solia hacerlo, no me gustaba asumirlos deliberadamente. Bien preferiria tener un ciclo de sueno normal, como aquellas personas que pueden dormir al instante y en las horas adecuadas. Habia pasado toda la semana durmiendo menos de dos horas. "Una noche mas, a la chingada", me dije a mi mismo, dejandome vencer ante el insomnio.

Siempre habia regido mi sistema de creencias y decisiones basandome en una serie de pensamientos que rozaban con el nihilismo. En mi vida habia estudiado distintas corrientes filosoficas, buscando alguna que se adecuara mas a mi constante busqueda de proposito. De religion nada. Mi familia --lo que queda de ella-- siempre fue catolica, pero ni siquiera las clases de Catecismo lograron mantenerme dentro de la Iglesia. Preferia refugiarme en los cobijos de los grandes filosofos. Esto a raiz de la pasion que me habia transmitido Bernardo Bonilla, mi maestro de la clase de Filosofia en la preparatoria. Un profesor relativamente joven, a quien mis companeras conocian como El Bebo (que, segun ellas, era un sobrenombre brillante). El cabron era atractivo y lo sabia. Es curioso, pero hace un par de anos el mismo maestro reaparecio inesperadamente en mi vida. Un martes cualquiera leia noticias en mi muro de Facebook, y su nombre salto en una de las notas digitales del periodico local de Goya: "Reconocido profesor es acusado de violacion, mas de treinta estudiantes lo senalan como acosador". Lei la nota. En casi veinte anos de carrera, El Bebo habia acumulado un impresionante historial de acoso sexual. Una de las victimas era companera mia, en su momento no le conto a nadie de la insistencia del maestro por meterse entre sus piernas. No me sorprendio, pero me decepcione. Otro profesor pervertido en el mundo.

Lo creia mejor que eso. La sobreexposicion a las corrientes mas pesimistas y una cadena de eventos desafortunados me mantuvieron en una constante depresion. Me habia planteado la posibilidad del suicidio como un destino justificable. En uno de mis episodios depresivos mas graves, ingeri un punado de barbituricos que le habia robado a mi madre, con la esperanza de no despertar. No fue asi. Camila, mi hermana, me encontro, tres horas despues. En el hospital nos aseguraron que mi muerte hubiera sido poco probable. El contenido de las pastillas no era suficiente para matarme, ni siquiera para dejar secuelas. En el peor de los casos, hubiera pasado veintitantas horas dormido, con algunos malestares que seguirian existiendo en los dias posteriores. Mi hermana evitaba tocar el tema, solia referirse a aquel dia como "el accidente". El unico accidente para mi fue haber despertado. Durante semanas, me senti desdichado por haber fallado, pero eso me convencio de que el suicidio no era una opcion para mi. El sufrimiento en vida se habia convertido en mi poesia. Ademas, mi hermana perdia demasiado tiempo cuidando que no volviera a hacerlo. Casi pierde su trabajo.

Me senti peor por ella, asi que hice lo posible por convencerla de que no lo volveria a intentar jamas. Prometi llevar terapia. Mi psicologa era pesima en su profesion, pase siete meses escuchandola hablar del proposito de mi vida, y me aconsejo que buscara a Dios. "La psicologia y la religion no deberian mezclarse", pensaba, mientras escuchaba sus sermones. Me pregunte que pensarian los demas pacientes de aquello. Quiza me complicaba demasiado, lo mas sencillo hubiera sido cambiar de terapeuta, pero me quede por curiosidad. Lleve la segunda mitad de mi terapia contandole detalles banales. A pesar del disgusto que me producia su metodo, me gustaba platicar con ella. Cuando me di cuenta de eso, pense que tal vez su terapia no habia sido tan mala despues de todo. Yo mismo me di de alta, deje de asistir a mis sesiones y jamas le di explicaciones. Me busco por el telefono durante semanas, pero nunca le regrese la llamada. Meses despues, la vi en una tienda de ropa en Lindavista, crei que me habia visto tambien, pero parecio no reconocerme, o fingio no hacerlo. Fue mejor para mi. Regrese al presente, minutos despues de haberme quedado inmovil, con el vaso helado sudando sobre mi mano izquierda y sosteniendo la obscena libreta con la derecha. Mi fantasma personal estaba de vuelta, susurrandome juicios desagradables.

"Mirate", me repetia, mientras describia cada uno de los errores que me habian estado atormentando durante las casi tres decadas de mi vida. Casi podia salir de mi mismo para verme en tercera persona. Siempre fui mi mas grande critico. Mis dudas se veian atacadas por aquella voz tenue, que me recordaba a la de mi difunto padre. Unos minutos despues, decidi que era momento para dejar de delirar y buscar otra distraccion, eran casi las cuatro de la manana. Apague la voz de mi cabeza y me levante, decidido a seguir luchando con el pasado. El hielo y el alcohol ya se habian mezclado por completo, asi que el ultimo trago descendio por mi garganta con un sabor que se asemejaba mas al agua de la llave. Regrese a mi habitacion, ahora dirigiendome al escritorio donde tenia mi computadora. Aquella maquina habia resistido el paso de los anos mejor que yo. Mi padre la habia traido para mi cumpleanos numero diez. Habian pasado casi veinte anos y seguia corriendo --aunque claro, debimos renovar su hardware no menos de tres veces. La pantalla mostraba la fotografia que conservaba como wallpaper: un unico clavo, jorobado y oxidado, que resaltaba sobre una tabla, con un filtro de alto contraste en blanco y negro, y un cielo nublado de fondo. Una foto que yo mismo habia tomado anos antes y que en algun momento considere una obra de arte que incluso pude comercializar. Hasta donde sabia, la foto permanecia colgada y enmarcada en al menos unas cuatro casas de mi ciudad natal, otras dos en el norte del pais, y en el departamento de Pato, mi companero de trabajo, quien despues de enterarse de su existencia me insistio para que le vendiera una copia. La mantuve en venta durante mucho tiempo en sitios de fotografia.

Quiza desde entonces ya habria hecho mas ventas, pero deje de darle seguimiento a las publicaciones, asi que nunca lo supe. Los documentos de la computadora estaban ordenados a la perfeccion. Crear y organizar carpetas siempre habia sido algo que se me daba muy bien. Me propuse a eliminar archivos que no habia tocado en anos: Fotos, memes, documentos de la universidad, las primeras y fallidas versiones de mi tesis --una mediocre investigacion sobre el efecto que tiene la publicidad de la Coca-Cola en el consumidor mexicano--, unos cuantos videos pornograficos que probablemente tenian mas edad que mis tres sobrinos. Hasta que di con una carpeta que me llamo la atencion, titulada Goya 2011-2012. Goya antes de Abril. Dude por un momento. Estaba a un clic de deshacerme del archivo, pero decidi abrir la carpeta y rescatar alguna buena fotografia. Casi seiscientas fotos en formatos RAW y JPG se desplegaron en el menu. Recordaba algunas de ellas perfectamente. Como cuando Alan y Gisselle, companeros de la preparatoria, me convencieron de dar un paseo en bicicleta, aunque yo no supiera andar en ella. Una foto de mi rodilla ensangrentada y mis dos acompanantes senalando la herida con una fingida sorpresa era una de las cuantas evidencias. Mas y mas fotos. Viajes, eventos, selfies con Adriana, mi ex novia, recuerdos con amigos que no veia desde la fecha en que fueron tomadas esas imagenes, etcetera. Casi no me reconocia a mi mismo en la pantalla.

Aquella coleccion de sonrisas parecia pertenecer a alguien mas. .

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