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LIBRO BASTIAN PDF GRATIS

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Descargar BASTIAN gratis pdf - leer online

Autor de la obra

Sofia Ortega Medina

Este autor, SOFIA ORTEGA MEDINA, es reconocido dentro de esta rama sobre todo porque tiene más de un libro por los que es reconocido a nivel nacional, pero asimismo fuera de nuestras fronteras.

Es un gran conocedor de la temática, por eso entre los géneros literarios que normalmente acostumbra escribir está/n General.

¿A qué categoría/s pertenece esta obra?

Esta obra puede clasificarse en cantidad de categorías, pero una de las más esencial es:
General

Poco a poco más gente están decidiéndose por leer estos géneros, en los últimos años, el número de personas que adquiere libros que tienen mucha relación con estas categorías ha crecido considerablemente, hasta llegar a convertirse en uno de los géneros con más número de ventas en el mundo, y por eso mismo imaginamos que tienes interés en descargar de forma gratuita el libro.

BASTIAN ha alcanzado llamar la atención en muchos de estos géneros y se han transformado en un libro referente en alguna de ellas, debido en gran parte a la enorme experiencia de este escritor, como ya conoceréis, es un redactor muy popular en estos géneros.

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Nota de los lectores

Este libro posee una puntuación puesta por personas entendidas, la nota de este libro es: 7,5/10.

Todo el mundo que han puesto nota esta obra son profesionales de este género y han leído BASTIAN online antes de dar su opinión, de esta manera, estamos 100 % seguros de que esta valoración es la idónea y por esta razón se la ofrecemos.

Resumen de BASTIAN

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Más información sobre el libro

Puedes encontrar más para descargar libro bastian

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Resumen del libro

Habia una vez tres hermanos... Bastian, el mayor, era el protector, el responsable, el correcto, el que jamas sonreia... Evan, el mediano, era el seductor, el superdotado, el divertido, el que derretia al sonreir... Kaden, el pequeno, era el romantico, el sensible, el despistado, el que siempre sonreia... Cuando eran unos ninos --tenian once, nueve y siete anos--, encontraron a un perro moribundo en la cuneta de una carretera. Entre los tres, lo rescataron y lo curaron. Lo llamaron BEK, por las iniciales de sus nombres. Ahi, comprendieron que su destino no podia ser otro que la Medicina. Y lo hicieron. Se graduaron con honores en Harvard. Realizaron la residencia de sus especialidades en el mismo hospital, donde, posteriormente, los contrataron: el Hospital General de Massachusetts. Escalaron puestos enseguida gracias a sus meritos, su inteligencia y su profesionalidad. Eran muy buenos; cada uno, en su campo: Bastian llego a ser jefe de Pediatria; Evan, jefe de Oncologia, y Kaden, jefe de Neurocirugia. Ademas, eran tres de los solteros mas codiciados de la alta sociedad de Boston. Provenian de una de las familias mas adineradas del estado. En el hospital, los llamaban los tres mosqueteros, porque eran inseparables, porque se cubrian las espaldas los unos a los otros, porque adonde iba uno los otros lo seguian y, sobre todo, porque los tres hermanos eran irresistibles... Capitulo 1 Cinco de la madrugada. Bastian bebia su chocolate caliente y espeso, de pie, frente a la ventana de su habitacion, ajeno por completo a los ruidos de la calle, al ajetreo nocturno, a los pasos de su hermano acercandose... No se cansaba de admirar las espectaculares vistas de su apartamento, en especial desde su cuarto: el Boston Common, el parque mas antiguo de la ciudad, situado en Beacon Hill, uno de los mejores barrios del corazon de Boston, a diez minutos andando del hospital. --?Nos vamos? --le pregunto Kaden, que entro sin llamar, como de costumbre. Bastian apuro su delicioso desayuno, se giro y asintio.

Apoyo la taza en la mesita de noche, a la derecha. Camino hacia el armario abierto que ocupaba toda la pared de la izquierda, frente a su maravillosa y gigantesca cama, y descolgo la chaqueta de una percha. Cerro el mueble y se coloco la prenda, observando su reflejo en los tres espejos que hacian de puertas. Se ajusto la corbata por dentro del chaleco y se abotono la americana. Miro a Kad, que le sonreia con orgullo. Bastian meneo la cabeza, se guardo la cartera y el movil en los bolsillos del pantalon y se ajusto el abrigo que cogio del perchero que habia junto a la puerta. Adoraba su casa. Los tres se habian enamorado del impresionante atico nada mas verlo. Era tan grande que parecian tres pisos individuales en uno, excepto por las tres estancias comunitarias: la cocina --a la izquierda de la puerta principal--, el salon --que ocupaba el centro de la vivienda-- y la terraza --al fondo, techada y cubierta para resguardarse del frio y de las lluvias--. Caminaron hacia el Hospital General de Massachussets, alejandose del Boston Common. Se arrebujaron bien en la bufanda. Estaban a principios de noviembre, quedaban menos de dos horas para que amaneciera, el frio era cortante y unos suaves y helados copos, que no cuajarian, humedecian el rostro de Bastian. Lo agradecio. Amaba el invierno. Odiaba el sol, el calor, la playa y cualquier cosa que le recordase a ello.

Atravesaron el parking del hospital, donde se hallaba aparcada la nueva adquisicion de Evan, su hermano mediano, un Aston Martin Vanquish gris marengo metalizado, una autentica preciosidad. Aunque el trayecto fuese corto, a Evan le disgustaba caminar, incluso para acercarse al supermercado; se movia siempre en sus numerosos deportivos. Los cambiaba tanto como de novia. Bueno, en realidad no tenia novias, sino amigas, muchas amigas, infinitas amigas. Entraron por una puerta lateral, restringida para cualquiera que no fuera personal del complejo, y subieron las escaleras. En la tercera planta, se despidieron. --Cuidate, Kad --le dijo Bas, revolviendole los cabellos como si aun fuera un chiquillo. --Tu, tambien, Pa --sonrio, sin molestarse en peinarse. Sus hermanos lo llamaban Pa como abreviatura de papa, por lo protector que era. Bastian se encamino por el recto pasillo hacia la habitacion numero diecinueve. Se asomo con discrecion para comprobar que el dulce angelito, al que habia operado el dia anterior de apendicitis, estuviera durmiendo a gusto. Se trataba de una nina de seis anos que parloteaba sin parar, Ava, su paciente favorita, a la que conocia desde que habia nacido. Atraveso el corredor, giro a la izquierda y continuo hasta el final. La ultima puerta era su despacho. Abrio, prendio la luz y... --!Te he dicho miles de veces que te busques otro lugar, joder, Evan! -- protesto el, al descubrir a Evan abrochandose la camisa frente a una enfermera llamada Savannah, cuyo aspecto desalinado resultaba tan evidente que Bas no tardo ni un segundo en desviar la mirada.

Se quito el abrigo y la chaqueta y los colgo de una percha en una de las tres taquillas, a la izquierda. Se puso la bata blanca y se sento en su magnifica silla de piel. Encendio el ordenador. Su hermano le dio un cachete en el trasero a la jovencita, que dio un brinco, ronroneando como una gata, y se marcho. Evan se acomodo en una esquina del inmenso escritorio y ladeo la cabeza. --Podrias escogerlas, al menos, de tu edad. Savannah es una nina, Evan -- comento Bastian, sin expresion en el rostro--. Tienes treinta y cuatro anos, ?cuando narices vas a madurar? --Estas mas serio de lo normal --musito su hermano, observandolo con los ojos entornados. Evan era superdotado --poseia una brillante inteligencia-- y altamente sensible: sabia captar hasta el mas minimo detalle del estado de animo de las personas que le rodeaban, las conociera o no. --Me he despertado de fantastico buen humor --le contesto Bas, de malas pulgas, a la vez que introducia la clave en la pantalla--, pero he entrado en mi despacho y he encontrado a mi hermano con una nina. Olvidame, ?quieres? Su hermano se incorporo y solto una carcajada. --!Es verdad! --exclamo Evan, con expresion de jubilo--. Hoy es el dia de los payasos. Creo que no me lo perdere. --Nunca te los pierdes --fruncio el ceno--, pero, hoy, lamentandolo mucho, tu turno acaba en menos de una hora.

Largate, Evan. Algunos tenemos que trabajar --lo miro, apretando la mandibula. Su hermano obedecio, dedicandole una sonrisa muy traviesa. Bastian se concentro en el trabajo. Redacto unos informes durante un rato y, despues, acudio a pasar consulta. --Buenos dias, doctor Payne --lo saludo la enfermera Moore. De veintiseis anos, Rose Moore era muy guapa, rubia natural, ojos marron claro y muy expresivos, bajita y repleta de curvas proporcionadas. Era una de las pocas mujeres en el hospital que se libraba de las garras de Evan Payne. Y Bas sabia la razon: Evan era tan cavernicola que pensaba que las rubias no tenian cerebro, que el cliche existia por algo, pero Rose no era ninguna estupida y, ademas, lo aborrecia. Se trataba de la unica persona en el General que no soportaba al jefe de Oncologia, y no escondia su desagrado. El sentimiento era mutuo: su hermano, experto en controlar cualquier tipo de emocion negativa, no ocultaba su irritacion hacia Moore. --Buenos dias, Rose --se acomodo en la silla y leyo el historial del primer paciente, ya preparado en la mesa. --?Le hago pasar? --sugirio la enfermera, con su caracteristica formalidad y las manos a la espalda. --Si --asintio el--, comencemos el dia. Durante las cuatro horas siguientes, recibio a quince ninos; la mayoria, con fiebre, anginas, resfriados o alguna torcedura de pie o muneca, nada grave ni fuera de lo normal.

Termino la consulta y se despidio de Rose. Se encamino hacia la cafeteria, en la primera planta, donde encontro a Kad removiendo su cafe, perdido en sus pensamientos. Bastian pidio un chocolate caliente en la barra y se sento a su lado. --?Como se llama? --quiso saber Bas. Su hermano pequeno era un caso aparte... Kaden tenia treinta y dos anos y se enamoraba de todas las mujeres con las que salia, sin excepcion. Las agasajaba con regalos, piropos, mensajes carinosos, cenas a la luz de las velas... hasta que aparecia otra, algo que solia suceder dos o tres semanas despues de iniciar su intensa, pero breve, relacion; rompia con la mujer en cuestion e iniciaba su nuevo cortejo. Bastian y Evan no entendian por que ninguna lo odiaba por abandonarlas por otra, pero Kad era especial, tanto en el ambito personal como en el profesional. --No hay ninguna --respondio Kaden, serio. --Entonces, ?tu cara se debe a...? --dio un sorbo al chocolate, sosteniendo la taza entre las dos manos. --Hoy me llega un traslado --le explico en voz baja, con sus ojos claros perdidos en el cafe--. Tiene veintitres anos. Esta en coma. Sufrio un accidente de trafico hace unos meses. Se recupero muy rapido, pero, al poco tiempo de recibir el alta, se desmayo en la calle. Resulta que tenia un coagulo en el cerebro --arrugo la frente--, pero ese coagulo no lo vieron cuando estuvo ingresada por el accidente.

?Que clase de pruebas le hicieron? --escupio con desagrado. No era la primera vez que le llegaban pacientes desde otros hospitales, incluso desde otras ciudades. Kad era uno de los neurocirujanos mas jovenes y prestigiosos de Massachussets, ademas de ser el jefe de Neurocirugia del hospital donde trabajaban, el mejor de Estados Unidos. --?La han operado? --se intereso Bas. --No se atreven --farfullo Kaden, antes de apurar el cafe--. Y ya veremos como viene... --se incorporo. En ese momento, escucharon risas seguidas de una inconfundible voz femenina, una voz que Bas reconocio al instante, una voz que provoco su segundo enfado del dia. --Maldita sea... --intento controlar la respiracion, que acababa de agitarse de manera desagradable--. Ya se me jodio el chocolate --se levanto y tiro la taza de plastico a la papelera. Su hermano pequeno sonrio, adivinando lo que sucedia. Ambos salieron de la cafeteria en direccion a las escaleras. --!Doctor Payne! --lo saludo la culpable del alboroto. Por Dios... Aquella nina era demasiado alegre, demasiado colorida, demasiado llamativa, demasiado intensa... !demasiado irritante! --Zahira --correspondio el, entre dientes, apenas vocalizo. Kad carraspeo para ocultar una risita. --Hola, Hira --le dijo Kaden, inclinandose para darle un beso en la mejilla.

Zahira... En efecto, parecia una nina. Aunque tenia veintidos anos, vestia como si se hubiera anclado en la adolescencia, pero no en una cualquiera, sino en una horrible y perdida en el arcoiris. Siempre usaba faldas o vestidos hasta las rodillas, con colores estridentes: rosa chicle, rojo intenso, verde manzana, amarillo chillon... Y acompanados por medias o leotardos en tonos que contrastaban con la ropa: falda verde con medias rojas, vestido rosa con leotardos azul electrico... Ademas, su cintura y sus caderas quedaban escondidas en la anchura de las prendas, pues eran acampanadas o poseian mas tablas de las requeridas para su talla. Sospechaba que su figura era mas menuda de lo que mostraba. Y Bas sabia eso por como se ajustaban sus camisetas, algo amplias y con mensajes positivos sobre la vida --que lo enervaban-- cuando algun nino tiraba de ellas para llamarla o para jugar y bailar. Dejaban intuir una excesiva talla de sujetador. Sus cabellos pelirrojos eran otro apartado... Se los peinaba siempre en una trenza de raiz. Dedujo, la primera vez que la vio, siete meses atras, que eran rizados y abundantes, a juzgar por el grosor de la trenza y por los mechones cortos, llenos de ondas pequenas, que enmarcaban su rostro ovalado. La trenza le alcanzaba la cintura por delante, colgaba sobre su hombro izquierdo y se balanceaba sin cesar de un seno a otro, porque la dichosa nina parecia estar siempre bailando, !no se estaba quieta ni siquiera cuando se detenia para hablar con alguien! Tarareaba, porque su voz era melodiosa, y, encima, daba brincos, en lugar de caminar como hacia la gente normal; pero la palabra normal no la definia en absoluto. --Buenas tardes, doctor Kaden --correspondio ella, guinandole un ojo al aludido, que sonrio y le devolvio el gesto. Bastian observo sus pies enfundados en unas zapatillas Converse azul turquesa, a juego con su camiseta, un color que se asemejaba al de sus ojos almendrados, coronados por unas pestanas infinitamente largas y rizadas en las terminaciones, unos ojos en perenne estado de alegria. Tampoco se pintaba, aunque sus altos pomulos estaban siempre sonrojados, y sus labios, el inferior mas carnoso, parecian un pomelo rosado. .

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