LIBRO AMOR SIN CONDICION PDF GRATIS

Eliza salio del carruaje. Miro el papel arrugado que tenia en sus manos temblorosas. Estaba en el lugar correcto. El territorio de Dakota del Sur era tan diferente de Omaha. Pero esto es lo que ella queria. Un nuevo comienzo. ?Y que mejor manera de tener ese nuevo comienzo que ir a un pequeno pueblo? Algun lugar donde nadie la conociera o lo que hubiera hecho. Ella estaba a salvo aqui. Segura para ser lo que nunca pudo ser en Omaha: una dama. Las dos mujeres que la acompanaron en el largo viaje a traves de la tierra de la pradera estaban a su lado. El camino de tierra se sentia maravillosamente solido bajo los pies de Eliza despues del interminable balanceo del carruaje. Era especialmente bienvenido despues de los frecuentes vomitos de la joven rubia que no podia tolerar el viaje. Eliza estaba agradecida de que su estomago mantuviera su fuerza, aunque casi lo perdio dos veces por el mal olor. <>, exclamo la rubia mientras se limpiaba la frente sudorosa con un panuelo. Eliza vio a Karla Grooms mientras su tia, Bethany Grooms, se deshacia de la bolsa de vomito en un cubo de basura en la pequena tienda general.

Varias personas se encontraban en la calle principal de la polvorienta ciudad y miraban con interes a los recien llegados. Se preguntaba si una de ellas era Melissa Peters. Ignorandolos por un momento, Eliza saco una menta de su bolso y se la entrego a la joven de diecinueve anos. <>, susurro. <>, respondio Karla, tomando la menta y metiendosela en la boca. <>. <>. <> Karla extendio la mano y puso una mano en su brazo. <>. Eliza asintio, aunque honestamente no penso que tuvieran nada en comun. Karla nacio y se crio como una dama. Nunca habia puesto un pie en un lugar olvidado por Dios.

Un hombre que probablemente tenia cerca de treinta anos se acerco a la rubia. Eliza dio un paso atras. Este debe ser Ralph Custer, quien mando llamar a Karla. Los ojos de Eliza se dirigieron a su placa. Asi que el era el mariscal de la ciudad. Se quito el sombrero. <> Mientras la cara de Karla brillaba, Eliza volvio a prestar atencion al papel que tenia en la mano. Era bueno que Karla tuviera un hombre guapo y respetable con quien casarse. Eliza se alegro por ella, y por la forma en que la tia de Karla brotaba, estaba obviamente feliz con el matrimonio tambien. Eliza necesitaba encontrar a Melissa Peters. El predicador Bill Peters prometio que Melissa la estaria esperando. Todo lo que Eliza tenia que hacer era ir a la direccion escrita en el papel. Consciente de la forma en que los espectadores la miraban, se enderezo el sombrero y recogio su bolsa de viaje. No era nada elegante.

Nada como el gran baul que Karla y su tia trajeron con ellas. Eliza sacudio la cabeza. No se comparaba con ellas. No le hacia ningun bien hacerlo. Tal como dijo el predicador Peters, necesitaba averiguar quien era y estar contenta con eso. Dios la habia perdonado. Eso fue suficiente. Entonces, ?por que sentia un pozo de desesperacion en su pecho? ?Y por que se sentia mas sola de lo que se habia sentido en toda su vida? No tenia catorce anos cuando sus padres murieron. Tenia veintisiete anos. Ya paso su mejor momento. La risa de Karla se movio con la brisa. Eliza no deberia envidiar a la joven. Karla tenia diecinueve anos. Estaba en una buena edad, y era una persona tan agradable. Eliza se dio la vuelta y se dirigio hacia la calle.

Estaba acostumbrada a que la gente la mirara. Vino con el hecho de haber sido una prostituta durante doce anos. Pero ya no lo era. Habia sido redimida. Vino aqui para un nuevo comienzo. El pasado permanecio en Omaha. Nadie se enteraria de sus antecedentes. Nunca. Repitiendo las palabras en su mente, paso por el banco cuando alguien se puso delante de ella. Ella jadeo y tropezo de vuelta. Una mano fuerte la agarro por el brazo y la sujeto para que no terminara en el suelo. Rapidamente recobro la postura y miro a los ojos mas verdes que jamas habia visto. Parpadeo sorprendida, porque eran hermosos. El hombre que estaba delante de ella era un pie mas alto que ella y tenia el pelo castano oscuro con flequillo que caia limpiamente sobre su frente. El hombre se habia vestido con una camisa azul limpia y pantalones negros.

Incluso llevaba una corbata y un bonito chaleco negro. Considerando que estaba mejor vestido que los otros hombres que habia visto en el pueblo, le parecio una extrana curiosidad. <> Tan pronto como dijo las palabras, deseo no haberlo hecho. Necesitaba aprender a morderse la lengua. <> Ella trato de moverse a su alrededor pero el la bloqueo. Ella fruncio el ceno y le dio una buena mirada. Ella habia tenido su cuota de hombres dificiles en su epoca. Puso una mano en su cadera. No le importaba si estaba construido como una torre. El no la intimidaria. <>, ella exigio. El hizo un gesto con la carta que tenia en la mano.

Ella puso los ojos en blanco. Muy bien. <>. Cuando ella dio otro paso al lado, el se movio con ella. Ella respiro profundamente. <>. El hizo un gesto de dolor. Su cara se suavizo. <> Asintio con la cabeza y se la entrego. <>. El sacudio la cabeza y senalo su garganta. <
Estas enfermo. Ya veo.>> No es que ella le creyera. No parecia enfermo. <>. El sonrio. Dudo en devolverle la sonrisa antes de leer la carta. Mientras lo hacia, le quedo claro que el pensaba que ella era la mujer que habia aceptado venir al oeste para casarse con el. No es de extranar que no la dejara ir. El asumio que era su novia por correo. Bueno, eso fue bastante facil. <> Ella hizo una pausa. No podia recordar su apellido.

Hacia tanto tiempo que no lo usaba. <>. El fruncio el ceno cuando ella le devolvio el papel. <> Hizo un gesto a una organizacion benefica de aspecto muy feliz y a su tia. El comisario parecia igual de contento. Como deberia ser, segun ella. Todos parecian bastante agradables. Volviendose hacia el, se encogio de hombros. <>. Doblo el papel con movimientos lentos y metodicos. No parecia haber nada mas que decir, asi que dio un paso a su alrededor y se dirigio a las casas que se alinean en el siguiente camino. Se llamaba Wilkins Pike, y ese era el nombre del camino que necesitaba.

Para su sorpresa, el le dio un golpecito en el hombro. Se detuvo y lo miro fijamente, preguntandose que es lo que el podria querer ahora. Le hizo un gesto a ella y luego a si mismo y senalo el pequeno edificio blanco. Casi dejo caer su equipaje cuando se dio cuenta de que el edificio era una iglesia. Sacudio la cabeza. <